Pulpi y la marea misteriosa. Érase una vez en el fondo del mar, un pulpo llamado Pulpi. Era un pulpo muy curioso y siempre exploraba cada rincón del océano. Pero un día algo extraño sucedió y cambió su vida para siempre.
Pulpi estaba explorando la costa del mar, cuando de repente vio cómo la marea se retiraba y se formaba una extraña corriente que lo arrastraba mar adentro. Pulpi intentó salir, pero no pudo resistir la fuerza de la corriente y fue arrastrado hacia adentro del mar.
Cuando finalmente llegó a su destino, se dio cuenta de que había llegado a una parte del océano que nunca antes había visto. Todo era diferente, los colores, la fauna submarina y la temperatura del agua. Pero lo más extraño fue que no había otras criaturas marinas a su alrededor.
Pulpi estaba confundido y asustado, no sabía qué hacer ni cómo volver a su casa. Comenzó a nadar en busca de algún otro ser que pudiera ayudarlo a volver a casa. Pero todo lo que encontró fue un gran acantilado que bloqueaba su camino.
De repente, Pulpi escuchó un ruido detrás de él y se giró para ver quién lo había seguido. Para su sorpresa, encontró a un pequeño pez en blanco y negro que nadaba a su alrededor con curiosidad. El pez le preguntó qué le había llevado a aquel lugar extraño y Pulpi le contó lo que había pasado.
El pequeño pez se presentó como Pablito y le dijo a Pulpi que él sabía cómo volver a casa, pero que necesitaban encontrar una manera de subir por el acantilado. Pablito tenía una idea, conocía un tiburón mandíbula amarilla que podía ayudarlos a subir el acantilado.
Con la ayuda de Pablito, Pulpi finalmente llegó a la guarida del tiburón mandíbula amarilla. Pablito le explicó la situación y el tiburón accedió a ayudar a Pulpi a subir el acantilado. Así, juntos, construyeron una cuerda de algas marinas que le permitió a Pulpi escalar el acantilado.
Cuando Pulpi llegó a la cima, se dio cuenta de que estaba en un lugar conocido, cerca de su hogar en la costa del mar. Gracias a la ayuda de sus nuevos amigos, pudo regresar a casa después de su gran aventura.
Desde entonces, Pulpi aprendió que la curiosidad podía llevarlo a lugares chulos, pero también podía ser peligrosa. Aprendió a explorar con precaución y siempre buscar ayuda cuando lo necesitara.
Y aunque su aventura lo asustó un poco, Pulpi estaba agradecido por haber conocido a Pablito y al tiburón mandíbula amarilla. Siempre se mantuvo agradecido por sus nuevos amigos. Nunca olvidaría la increíble aventura que vivió en la misteriosa marea y siempre recordaría los valiosos amigos que encontró en el fondo del mar.