Los Regalos de Navidad y el Mundo de los Cuentos

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Los Regalos de Navidad y el Mundo de los Cuentos
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Los Regalos de Navidad y el Mundo de los Cuentos. Érase una vez, en un pequeño pueblo rodeado de montañas nevadas, en el que todos los habitantes estaban emocionados porque se acercaba la Navidad. Las calles estaban adornadas con luces, árboles y flores rojas. Los niños cantaban villancicos y corrían por todas partes con sus mejillas rojas por el frío.

En ese pequeño pueblo, vivía una niña llamada Ana. Ella era una niña alegre y curiosa, con el pelo rizado y los ojos grandes y brillantes. Le encantaba la Navidad, porque su familia se reunía y compartían regalos y momentos juntos. Lo que Ana más le gustaba de las Navidades, era abrir los regalos en la mañana de Navidad.

Este año, Ana quería pedirle a Santa Claus algo muy especial. Pero no sabía qué era lo que quería, así que decidió ir al bosque a dar un paseo para pensar. En el bosque, todo era mágico, los árboles cubiertos de nieve brillaban con los rayos del sol, los copos de nieve caían suavemente al suelo y el sonido de los pájaros y el crujido de la nieve bajo sus pies, hacía que Ana se sintiera tranquila y feliz.

De repente, escuchó un sonido extraño. Era como un llanto, y venía de detrás de un árbol. Ana se acercó y vio un tigre blanco atrapado entre las ramas. El tigre también tenía unos ojos grandes y brillantes. Ana se acercó sin miedo y liberó al tigre de las ramas que lo atrapaban. El tigre blanco empezó a caminar hacia Ana, pero en vez de atacarla, la miró con cariño y empezó a ronronear.

Ana se sorprendió, pero también se sintió feliz, porque había salvado al tigre. El tigre blanco la invitó a subir a su lomo y juntos empezaron a deslizarse por el bosque. El tigre blanco llevó a Ana a través de un portal mágico a un mundo lleno de cuentos de hadas.

Allí, vio a un niño sentado solo en un rincón y acercándose a él, le preguntó qué le ocurría. El niño le explicó que había perdido su varita mágica y que no podía hacer magia sin ella. Ana se ofreció a ayudarlo a encontrarla. Juntos buscaron por todos los rincones de aquel mundo mágico y finalmente encontraron la varita mágica.

El niño estaba agradecido por el gesto de Ana y le concedió un deseo. Entonces Ana le contó a aquel niño sobre su deseo de pedirle algo especial a Santa Claus esta Navidad. El niño le sugirió que hiciera un regalo mágico para la Navidad, algo que hiciera feliz a alguien más, porque eso era lo que hacía que la Navidad sea tan especial.

Ana estaba emocionada con esta idea, así que preguntó al tigre blanco a dónde podía ir para hacer un regalo mágico. El tigre la llevó a un lugar donde había muchos animales que necesitaban ayuda. Entre ellos, había una liebre que no podía correr, un zorro con la pata rota, una sardina que no sabía nadar y un gorrión que no podía volar.

Ana se acercó a ellos y les preguntó si podían hacerle compañía. Los animales estaban felices porque alguien finalmente les había puesto atención y aceptaron la propuesta de Ana. Ella se dispuso a pasear y jugar con ellos, divertirse y hacerles compañía.

Mientras pasaba el tiempo, Ana se dio cuenta de que lo que ella había hecho era un regalo mágico para estos animales. No era algo material, pero había hecho felices a sus nuevos amigos y eso era lo más importante. Se sintió feliz y satisfecha con lo que había hecho y supo que esta Navidad sería muy especial para ella.

Cuando regresó al pueblo de su casa, Ana estaba emocionada porque había encontrado el regalo perfecto para ella misma: la felicidad de haber ayudado a otros. Esa Navidad, Ana aprendió que los regalos más valiosos no son aquellos que se compran en las tiendas, sino aquellos que son entregados con el corazón.

Y así fue como Ana recibió el mejor regalo de su vida y aprendió que la Navidad no se trataba solamente de recibir regalos, sino de darlos también. Desde aquel día, Ana siempre trataba de hacer felices a las personas que estaban a su alrededor, porque sabía que era la mejor forma de compartir la felicidad que ella había descubierto en aquel mágico mundo de los cuentos.

En resumen, Ana aprendió que los regalos más maravillosos, no eran aquellos que se compraban en tiendas, sino aquellos que se entregaban con el corazón. El tigre blanco había llevado a Ana a un mundo mágico, donde ella había descubierto la felicidad en la compañía de animales necesitados. Ana se dio cuenta, que la magia está en el amor y la ayuda a los demás y, desde entonces, siempre trató de hacer felices a quienes la rodeaban. Así, es como la historia de Ana nos muestra que la felicidad no se encuentra en lo material, sino en lo verdadero que surge del corazón.

Y colorín colorado este cuento se ha acabado.
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