Los ositos en el jardín mágico. Érase una vez en un jardín mágico, donde los árboles eran gigantes y las flores brillaban de colores. En este jardín vivían muchos ositos, cada uno de ellos tenía una personalidad única. Algunos eran muy juguetones, otros eran tímidos y otros eran muy curiosos.
Un día, la osita más curiosa de todas, llamada Luna, encontró un libro escondido detrás de una de las flores. Era un libro muy antiguo y elegante, y Luna estaba muy emocionada por descubrir lo que había dentro.
Luna corrió hacia el grupo de ositos y les mostró el libro. Todos se reunieron alrededor de ella y confirmaron que nunca habían visto algo así en el jardín. A medida que miraban más cerca, se dieron cuenta de que era un libro muy especial. Tenía poderes mágicos y si lo leían juntos podrían hacer cualquier deseo realidad.
Los ositos se emocionaron tanto que rápidamente comenzaron a leer el libro en voz alta. Primero pidieron juguetes y comida deliciosa, y como por arte de magia, apareció todo lo que habían pedido.
Sin embargo, pronto se dieron cuenta de que habían olvidado algo muy importante: pedir algo que uniera al grupo y los hiciera aún más felices. Entonces, decidieron hacer un último deseo.
«Queremos tener nuestra propia casa donde siempre podamos estar juntos», dijeron los ositos en voz alta.
Y de repente, un rayo de luz blanca brilló en el jardín. A medida que la luz se desvanecía, los ositos se dieron cuenta de que algo había cambiado en el jardín. Había aparecido una casa de árbol perfecta para ellos, justo en el centro del jardín.
Los ositos corrieron hacia la casa de árbol y comenzaron a explorarla. Tenía una pequeña cocina, una sala de estar y muchas habitaciones donde podían dormir juntos. Todos estaban muy emocionados por su nueva casa y agradecían al libro mágico por haber hecho realidad su último deseo.
De repente, escucharon un ruido fuera de la casa. Pensaron que tal vez era uno de los animales del jardín, pero cuando miraron por la ventana, se dieron cuenta de que era un grupo de ositos traviesos que jugaban en el jardín.
Los ositos de la casa de árbol decidieron que querían compartir su casa con los nuevos amigos. Así que, salieron a saludar a los nuevos ositos y les invitaron a su casa. Los nuevos ositos estaban muy felices de haber hecho amigos tan pronto en el jardín y estaban muy agradecidos por la hospitalidad de los otros ositos.
A medida que pasaban los días, la casa de árbol se convirtió en el centro de juego y diversión en el jardín. Los ositos compartían sus juguetes y hacían juegos juntos. Había risas y juegos por todas partes en el jardín.
Sin embargo, un día, los ositos se dieron cuenta de que el libro mágico había desaparecido. No podían encontrarlo por ninguna parte. Se dieron cuenta de que habían sido demasiado descuidados con el libro mágico y que debían haber sido más cuidadosos con él.
Tristemente, el grupo de ositos se reunió en la casa de árbol para discutir su situación. Sin el libro mágico, no podían hacer ningún deseo especial. De repente, uno de los ositos más sabios recordó algo muy importante. «No necesitamos el libro mágico para ser felices y hacer amigos», dijo sabiamente.
Los demás ositos se dieron cuenta de que él tenía razón. Podían ser felices en el jardín mágico sin el libro mágico. A partir de ese momento, los ositos decidieron jugar y disfrutar del jardín mágico solo por el placer de hacerlo, y no para hacer deseos especiales.
Desde entonces, la casa de árbol se convirtió en el hogar de todos los ositos del jardín mágico. Los nuevos amigos siempre estaban invitados a jugar y divertirse juntos. Y aunque nunca encontraron el libro mágico, se dieron cuenta de que tenían algo mucho más valioso: la amistad y la felicidad que compartían juntos en su hogar en el jardín mágico.