Los Lobeznos y la Princesa de las Flores

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Los Lobeznos y la Princesa de las Flores
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Los Lobeznos y la Princesa de las Flores. Érase una vez una manada de lobos que vivía en el bosque más profundo de la montaña. Allí había un grupo de lobeznos un poco diferentes al resto, ellos eran más curiosos y valientes que los demás. Un día, mientras se divertían jugando cerca del río, un hermoso aroma llegó hasta sus narices. Era un perfume muy suave y agradable, pero además tenía un efecto mágico sobre ellos, parecía que les llamaba hacia algún lugar en el bosque.

Los lobeznos no pudieron resistirse a la atracción del aroma y decidieron explorar el bosque en busca de la fuente de ese perfume tan especial. Así, fueron avanzando por los caminos del bosque envueltos por esa mágica fragancia, hasta que llegaron a un prado lleno de flores de distintos colores y tamaños. Allí, entre las flores, se encontraba sentada una hermosa princesa de tez clara, cabello largo y ondulado y ojos verdes brillantes.

Los lobeznos se acercaron tímidamente a la princesa, quien les recibió con una sonrisa dulce, y les dijo que ella era la princesa de las flores y que estaba muy contenta de conocerlos. La princesa les enseñó los distintos tipos de flores y los lobeznos se dejaron fascinar por las diferentes tonalidades de los pétalos y los diversos olores que desprendían.

La princesa les contó que ella cuidaba de las flores y las protegía de aquellos que querían hacerles daño, pero que en los últimos días algo extraño estaba ocurriendo en el bosque, ya que había notado que algunas flores estaban desapareciendo y por más que buscaba no encontraba al culpable de este robo.

Los lobeznos, que siempre eran muy curiosos y aventureros, decidieron ayudar a la princesa a descubrir quién estaba robando las flores. Así, se pusieron en marcha y comenzaron a buscar pistas en el bosque. Un poco más adelante encontraron huellas de algunos animales que podían ser los responsables del robo.

La manada de lobos decidió seguir el rastro y después de un buen rato de búsqueda, finalmente encontraron a un oso hambriento juntando un gran ramillete de las flores más hermosas del prado. Al verlos, el oso intentó huir, pero los lobeznos, con su astucia, lo rodearon y finalmente lograron que confesara sus fechorías.

Entonces, los lobeznos hablaron con el oso y le explicaron lo que había pasado con la princesa de las flores y las razones por las que ella cuidaba tanto de ellas. El oso, al escucharles, se sintió mal por lo que había hecho y prometió que nunca más volvería a robar de las flores de la princesa.

La manada se alegró muchísimo de haber descubierto al responsable del robo y de haber ayudado a la princesa de las flores. Agradecidos con los lobeznos, la princesa les pidió que cada vez que quisieran visitar el prado de flores, lo hicieran sin dudarlo, y que se convirtieran en sus amigos de por vida.

Desde ese momento en adelante, los lobeznos visitaron a menudo a la princesa de las flores en su prado, y la ayudaron a proteger y cuidar las flores. A su vez, la princesa les enseñó todo lo que ella sabía sobre las plantas y la naturaleza.

Así pasaron muchos días de juego y diversión en el prado de flores, hasta que llegó la hora de la despedida. Aunque se fueron con el corazón apenado, los lobeznos nunca olvidaron la belleza de aquel lugar, la dulzura de la princesa de las flores y la lección que aprendieron: que hay que cuidar y proteger aquello que se ama para poder disfrutarlo siempre.

Pasaron los años, y los lobeznos se convirtieron en lobos adultos, con sus propias manadas y familias. Sin embargo, aquellos días en el prado de flores siempre estuvieron presentes en sus memorias, y cada vez que se encontraban cerca del bosque, no podían evitar visitar a su amiga, la princesa de las flores.

La dulce princesa nunca olvidó a los lobeznos, y los llamó su manada de amigos fieles por siempre. Y así, la amistad entre la princesa de las flores y la manada de lobeznos perduró por siempre, representando lo más hermoso de la sincera unión y el respeto que se puede lograr entre diferentes especies animales.

Y colorín colorado este cuento se ha acabado.
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