Los Lobeznos y la Fiesta de la Luna Llena. Érase una vez en un bosque encantado, habitaba una manada de lobos cuyos cachorros estaban ansiosos por asistir a la gran Fiesta de la Luna Llena. Los Lobeznos, como eran llamados, no podían esperar para ver la danza de los lobos mayores bajo el influjo de la luna.
Cada cachorro había preparado su atuendo para la gran noche. Habían recolectado flores y plumas brillantes para vestirse con ellas. Las hembras habían tejido collares y pulseras, mientras que los machos se habían cortado el pelo y afilado sus garras.
El día de la fiesta, los Lobeznos se reunieron en el claro del bosque para esperar el amanecer y el momento de la danza. El Sol se escondió detrás de las montañas, y la Luna comenzó a iluminar el bosque con su luz blanca y plateada.
Un gran fuego se encendió en el centro del claro, y los lobos mayores comenzaron a llegar para la celebración. A medida que los mayores entraban, los Lobeznos soltaban excitados aullidos y saltaban alrededor del fuego. Finalmente, el líder de la manada anunció el comienzo de la fiesta y la música comenzó a sonar.
Los Lobeznos se sumergieron en la danza sin preocuparse por nada más. Saltaban, giraban y corrían alrededor del fuego con frenesí. Las hadas del bosque unieron sus voces a la música y los Lobeznos se sintieron transportados a un lugar de ensueño.
A medida que las horas avanzaban, la luna llena brillaba cada vez más intensamente. Los Lobeznos comenzaron a sentir que algo extraño estaba sucediendo en su cuerpo. Sus manos se hacían más grandes, sus dientes crecían y su piel se cubría de pelo. Los Lobeznos se estaban transformando en lobos adultos ante sus propios ojos.
Asustados por la transformación, los Lobeznos intentaron correr y esconderse. Pero los lobos mayores los rodearon y los tranquilizaron. Les dijeron que la transformación era natural y necesaria para convertirse en lobos mayores. También les aseguraron que seguían siendo ellos mismos, solo que con una forma diferente.
Finalmente, los Lobeznos aceptaron su cambio y comenzaron a disfrutar de su nueva forma. Ahora podían correr más rápido, saltar más alto y ver mejor en la oscuridad. Los lobos mayores los llevaron de regreso a la pista de baile, y los Lobeznos se unieron a la danza nuevamente como nuevos miembros de la manada.
A medida que la noche avanzaba, los Lobeznos descubrieron que no solo habían cambiado físicamente, sino que también habían madurado. Habían adquirido sabiduría y conocimiento al unirse a los lobos mayores. Los Lobeznos se sintieron agradecidos y honrados de formar parte de la manada y de haber sido aceptados en la Fiesta de la Luna llena.
Finalmente, la fiesta llegó a su fin. La luna comenzó a esconderse detrás de las montañas y el Sol comenzó a iluminar el bosque. Los Lobeznos se sintieron agotados pero felices. Habían tenido una noche mágica y habían aprendido una lección importante: nunca debieron subestimar su propia capacidad para cambiar y crecer.
Los Lobeznos regresaron a su hogar del bosque, donde sus padres los esperaban ansiosos. Los Lobeznos les contaron todo lo que habían visto y vivido durante la Fiesta de la Luna Llena, y sus padres los abrazaron con amor y orgullo.
Desde ese día en adelante, los Lobeznos se sintieron diferentes. Habían aprendido la importancia de aceptarse y comprender sus propias transformaciones de la vida. Los Lobeznos sabían que la manada estaría allí para apoyarlos y guiarlos en su camino hacia la madurez.
Así, los Lobeznos crecieron hasta convertirse en lobos mayores, y cuando llegaba la época de la Luna Llena, se movían con gracia y poder, rodeando el fuego del claro en un remolino de Grecia y levantando sus cabezas para aullar su canción sagrada a la luna. Celebraban y bailaban, honrando a la diosa de la luna que representaba su transformación y su crecimiento.
La lección que habían aprendido en la Fiesta de la Luna Llena había quedado grabada en sus almas para siempre. Ahora sabían que el cambio no era algo por lo que temer, sino que era una parte esencial de la vida. Y siempre recordarían la noche en la que se habían unido a la manada y habían descubierto su verdadero potencial.