La vaca y el buey. Érase una vez, en una hermosa pradera, habitaban una vaca y un buey. Ambos eran muy buenos amigos y compartían todo lo que tenían. Pero un día, la vaca se enfermó y no podía caminar. El buey se preocupó mucho por su amiga y decidió llevarla a un lugar seguro para cuidarla.
El buey sabía que no podía cargar a la vaca por sí solo, así que pidió ayuda a los demás animales de la pradera. Todos se mostraron reacios, excepto el burro, que decidió ayudar sin hacer preguntas. Juntos, el buey y el burro llevaron a la vaca a una pequeña colina cerca del río, donde había mucha hierba fresca y agua limpia.
Desde ese día, el buey y el burro cuidaron de la vaca. El buey le traía pasto fresco y agua limpia, mientras que el burro la acicalaba y le hacía compañía. La vaca estaba muy agradecida por la ayuda de sus amigos y les demostraba su amor con un dulce mugido cada vez que los veía.
Un día, mientras estaban descansando bajo un árbol, llegó un zorro hambriento buscando algo para comer. Al ver a la vaca, el zorro se acercó rápidamente, listo para devorarla. Pero el buey se interpuso y comenzó a embestir al zorro con sus enormes cuernos. El burro, por su parte, corrió tan rápido como pudo para alejar al zorro de la pradera.
Afortunadamente, el zorro logró escapar, pero los amigos se dieron cuenta de que tenían que estar más atentos y cuidar mejor a la vaca. Desde entonces, el buey y el burro se turnaron para vigilar alrededor de la colina, asegurándose de que ningún otro animal la dañara.
Mientras tanto, la vaca se recuperaba poco a poco y pronto pudo volver a caminar. Sin embargo, en lugar de regresar a su hogar en la pradera, decidió quedarse con sus amigos en la colina. Ahora vivían los tres juntos, compartiendo todo lo que tenían y cuidándose mutuamente.
Cierto día, llegó un pequeño ratón a la colina en busca de ayuda. El ratón les explicó que su casa había sido destruida por un huracán y que se había quedado sin hogar. El buey, el burro y la vaca sintieron mucha empatía por el ratón y decidieron ayudarlo a buscar un nuevo hogar.
Juntos, exploraron la pradera en busca de un lugar seguro para que el ratón viviera. Finalmente, encontraron una pequeña cueva en el bosque que parecía perfecta para el ratón. Los amigos trabajaron juntos para limpiar la cueva y hacerla segura, y luego ayudaron al ratón a mudarse allí.
Desde ese día, el ratón y sus amigos se convirtieron en inseparables compañeros y juntos vivieron muchas aventuras emocionantes en la pradera. La vaca, el buey, el burro y el ratón aprendieron a trabajar juntos y a tener empatía el uno por el otro, lo que les permitió enfrentar cualquier desafío que se les presentara.
En resumen, La vaca y el buey es una historia sobre la amistad y la empatía. A través de esta historia, los niños aprenden sobre el valor de ser amables y ayudar a los demás, incluso en momentos difíciles. También se les enseña la importancia de aceptar y apreciar a todos los individuos, sin importar su tamaño o apariencia.