La Sirena del Valle de las Conchas. Érase una vez una hermosa sirena que vivía en un valle de conchas. La sirena se llamaba Marina y era muy popular entre los peces y los animales marinos. Siempre estaba dispuesta a ayudarles y a crear un ambiente tranquilo y pacífico.
Un día, Marina decidió salir del agua y explorar la tierra. Se puso sus mejores ropas y salió del mar. Encontró un hermoso jardín lleno de flores multicolores y decidió sentarse a descansar. De repente, sintió una pequeña mano tocándole la cola.
Marina se sorprendió al ver a una pequeña niña de unos cinco años parada frente a ella. La pequeña niña tenía los ojos llenos de curiosidad y admiración. Marina sonrió y le preguntó quién era la niña.
– Mi nombre es Ana. Vivo en el pueblo cercano. Me encanta venir a este jardín a jugar y ver la belleza de las flores y la naturaleza.
Marina se emocionó al ver a la niña y decidió hacer una amistad con ella. Los dos pasaron tiempos juntos, jugando y explorando los senderos del jardín. Marina estaba contenta de haber encontrado a una amiga en la tierra.
Después de unos días, Marina regresó al mar para contarles a sus amigos lo que había encontrado en la tierra. Les contó sobre Ana y el bello jardín lleno de flores multicolores. Los amigos de Marina se alegraron de que ella hubiera encontrado a una nueva amiga, pero también estaban preocupados por su seguridad en la tierra.
– Marina, la tierra es un lugar hermoso, pero también puede ser peligroso. No sabemos lo que hay en la tierra, ni la gente que la habita. Ten cuidado y no te metas en problemas.
Marina se sorprendió ante las palabras de sus amigos, pero decidió no hacerle caso. Sabía que había encontrado una gran amiga en Ana y no quería perderla.
Un día, Marina y Ana decidieron ir de paseo en el bosque cercano. El bosque estaba lleno de árboles altos y había muchos animales. Ana estaba emocionada por ver tantas especies, pero Marina estaba un poco asustada. Había oído historias de algunos animales salvajes que vivían en el bosque.
De repente, después de esconderse detrás de un árbol, escucharon una conversación extraña. Eran dos personas hablando de algo que no comprendían y tenían aspecto extraño.
– Ana, vamos a irnos. No me gusta la manera en que suenan esas personas. Debemos regresar a casa lo antes posible.
Pero era demasiado tarde. Marina y Ana fueron descubiertas y capturadas por los extraños. Las llevaron a una cueva, donde las guardaron como prisioneras.
Después de un rato, Marina decidió contarles todo lo que había pasado a sus amigos en el mar. Los amigos de Marina empezaron a preocuparse y buscaron ayuda del rey del mar.
El rey del mar le preguntó a Marina qué había pasado y dónde estaba. Marina no estaba segura de la ubicación exacta, pero recordaba escuchar el sonido del agua y de las cascadas cerca de la cueva.
El rey del mar envió a su equipo a buscar a las niñas. Después de buscar por todas partes, finalmente encontraron la cueva. Saltaron y escalaron por las rocas hasta llegar a la entrada de la cueva.
Cuando llegaron, vieron a las dos amigas encarceladas y asustadas.
Los guardias del rey del mar atacaron a los extraños y liberaron a las niñas. Después de pasar un rato en la cueva, los colmaron de atenciones y regresaron a sus hogares.
Ana estaba agradecida por estar viva y por la ayuda de los amigos de Marina. Le prometió a Marina que nunca volvería a ir al bosque sin la compañía de un adulto. Marina estaba feliz de que su amiga estuviera segura y una vez más se dio cuenta de que la tierra no era segura para ella.
Desde aquel día, Marina visitaba a Ana con más prudencia y evitaba andar sola. Gracias a la ayuda de los amigos de Marina, lograron llevarse una gran experiencia sobre la seguridad y como en ocasiones la curiosidad puede llevarte a problemas.
A partir de ese suceso, las dos amigas aprendieron la importancia de andar juntas, ser cuidadosas y avisar a sus padres antes de salir para cualquier aventura. Ahora viven felices de vez en cuando en verano, compartiendo los secretos en el jardín de las flores. La sirena Marina se hizoó más respetuosa de la tierra, pero siempre agradecida de haber encontrado a su valioso amigo en Ana.