La Sirena del Abismo de los Misterios. Érase una vez, en el fondo del mar, en el Abismo de los Misterios, vivía una hermosa sirena llamada Luna. Luna era la hija del Rey del Mar y, por lo tanto, una princesa. Sin embargo, a pesar de su posición privilegiada, Luna siempre se sintió diferente a los demás de su especie. Ella amaba pasar tiempo en la superficie, observando las criaturas terrestres y sus vidas en tierra.
Un día, mientras Luna flotaba cerca de la superficie, vio a un grupo de niños jugando en la playa. Se sorprendió de lo diferentes que eran de ella, pero también se sintió atraída por su energía y felicidad. Decidió acercarse un poco más para observarlos mejor, pero un gran barco pasó cerca de ella, creando una ola que la arrastró hacia la playa.
Los niños se sorprendieron al ver a la sirena en la orilla, pero no tuvieron miedo. En lugar de eso, la ayudaron a volver al mar. Luna estaba muy agradecida y, durante las siguientes semanas, visitó a los niños en la playa a menudo. Se hicieron amigos rápidamente, aunque Luna sabía que tenía que mantener su verdadera identidad en secreto.
Un día, mientras Luna estaba en lo más profundo del mar, se encontró con un cangrejo sabio y anciano. El cangrejo había vivido en el abismo por muchos años y conocía todos sus secretos. «Princesa Luna», dijo el cangrejo, «he escuchado que has estado visitando a los humanos en la playa. Debes tener cuidado, ya que la mayor parte del tiempo ellos temen y no entienden a las criaturas marinas.»
«Lo sé», respondió Luna, «pero no puedo evitar sentir curiosidad y amor por ellos. Me hacen feliz, pero no quiero causarles ningún problema.»
«Entonces, princesa», dijo el cangrejo, «debes mantener tu verdadera identidad en secreto y, como tal, debes tener cuidado. No olvides que aunque se ven diferentes a nosotros, todos los seres vivos tienen algo en común. Y, sobre todo, nunca te rindas en la búsqueda de la verdad y la amistad».
Luna agradeció al sabio cangrejo por sus palabras y decidió ser aún más cuidadosa con sus visitas a la playa. Pero no pudo resistir la tentación de ver a sus amigos humanos de vez en cuando. Y así, continuó visitándolos en secreto cada vez que podía.
Un día, mientras Luna estaba en la playa, un grupo de niños descubrió su escondite. Al principio, tuvo miedo de que gritaran o le hicieran daño, pero para su sorpresa, se acercaron con curiosidad y preguntas. Luna, con mucho cuidado, respondió a todas sus preguntas sin revelar su verdadera identidad.
Después de ese día, Luna estaba más decidida que nunca a seguir buscando la verdad y creando lazos con seres diferentes a ella. Y aunque enfureció al Rey del Mar y a los demás habitantes del abismo, que querían que las criaturas del mar permanecieran separadas de los humanos, Luna continuó explorando el mundo de los humanos y aprendiendo sobre sus vidas y costumbres.
Con el tiempo, Luna se convirtió en una defensora de la amistad entre especies diferentes y poco a poco, logró persuadir a algunos de los habitantes del abismo para que se unieran a ella en su búsqueda de la verdad y la amistad. Y así, bajo la luz de la luna, en la superficie o en lo más profundo del mar, Luna y sus amigos vivieron felices para siempre.
FIN.