La princesa y la varita de los deseos

Tiempo de lectura: 5 minutos

La princesa y la varita de los deseos
¿PREFIERES UN AUDIOCUENTO?

Si prefieres, puedes escuchar el cuento mientras haces otras tareas

La princesa y la varita de los deseos. Érase una vez una princesa dulce y bondadosa llamada Sofía. Vivía en un castillo rodeada de lujos y belleza, pero a pesar de ello, se sentía triste y aburrida. Un día, su hada madrina le regaló una varita mágica de los deseos y le dijo:

– «Princesa Sofía, con esta varita podrás pedir cualquier deseo que desees, pero ten cuidado con lo que pides, ya que todo lo que desees se cumplirá».

Sofía estaba muy emocionada. Era la primera vez que tenía en sus manos algo tan mágico y especial. Miró la varita y luego a su hada madrina, prometiendo cuidarla y utilizarla bien.

Por varias semanas, Sofía utilizó su varita para obtener cosas pequeñas como caramelos y juguetes. Su vida siguió igual de monótona y triste. Fue entonces cuando su hada madrina le sugirió que pidiera un deseo muy especial que cambiara su vida.

Después de pensar mucho, la princesa decidió pedir el amor verdadero. Deseaba encontrar a un príncipe que la amara por quien era y no por su posición social. Sofía tomó su varita mágica, cerró los ojos y pidió con todas sus fuerzas:

– «Quiero encontrar al amor verdadero, alguien que me ame por quien soy. No importa donde esté, que aparezca en mi vida».

Dicho esto, abrió sus ojos y resignada al destino, continuó con su vida cotidiana.

Pasaron varios días sin que nada sucediera y la princesa comenzó a sentirse apenada. Empezó a pensar que quizás había perdido su tiempo. Pero, un día, mientras paseaba por el jardín del castillo, escuchó una hermosa melodía que venía de una guitarra. La siguió hasta que encontró a un joven músico tocando bajo un árbol. Sus ojos se cruzaron y en ese momento supo que es el amor verdadero del que había hablado en su deseo.

El joven se llamaba Juan y era el músico del pueblo cercano al castillo. A partir de ese momento, Sofía y Juan comenzaron a hablar y a conocerse mejor. La princesa estaba contenta, había encontrado a su príncipe y se sentía muy feliz. Pero a medida que pasaban los días, la princesa comenzó a entender que la felicidad no se basaba en buscar siempre su propio bienestar, sino en hacer felices a quienes la rodeaban.

Fue entonces cuando tomó su varita mágica y deseó algo la seguridad, la felicidad y el bienestar de sus súbditos y los habitantes del reino. La varita empezó a brillar y de repente ella desapareció.

Cuando Sofía abrió los ojos, se encontraba en una cabaña en la mitad del bosque. La ventana daba hacia afuera y se podía ver todo el hermoso atardecer. Al voltear, vio que estaba rodeada de varios hombres, mujeres y niños alegres que la estaban mirando con cariño. Interrogó a uno de ellos para saber cómo había llegado ahí y éste le contó:

– Veinte años ha nuestra princesa, el malvado rey la secuestró pidiendo a cambio del bienestar de nuestro reino. Usted ha cumplido con su promesa y, además, ha restaurado la paz en nuestro reino.

Sofía comprendió en ese momento que su varita había usado su deseo para trasladarla al pasado, dieciséis años atrás, cuando aún no había sido raptada y podía hacer algo para impedirlo. Se dedicó a prepararse mental y físicamente para el momento en que el malvado rey llegara a secuestrarla.

Finalmente, llegó el día del secuestro y Sofía, aprovechando sus nuevas habilidades, combatió al rey y sus hombres, salvando su vida y la de su pueblo. Una vez acabada la contienda, una misteriosa mano apareció ante ella y le otorgó el título de reina por su valentía y sacrificio prestado al reino.

Desde aquel momento, el castillo volvió a tener su antigua gloria y todo el reino volvió a regocijarse. Sofía había encontrado la felicidad en ser útil para su pueblo complementando su vida con la búsqueda del amor verdadero y se sentía verdaderamente feliz.

La varita, una vez más, le dio un nuevo deseo. Esta vez su felicidad estaría completa si encuentra un rey que también la ame por quien es. Sofía tomó la varita una vez mas y pidió con todas sus fuerzas.

– «Quiero encontrar a una persona especial, alguien que me ame por quien soy. No importa donde esté, que aparezca en mi vida».

La varita brilló y Sofía cerró los ojos con fe. El viento se intensificó y una gran energía invadió todo el lugar. Una vez todo vuelto a la calma y al abrir sus ojos, Sofía pudo ver a un apuesto joven, que estaba a su lado, y le pregunto de donde venía.

Finalmente, su príncipe había llegado y juntos regalaron a sus nuevos súbditos una vida feliz, equilibrada y plena. La varita había logrado hacer realidad los más grandes deseos de la princesa y ella había entendido que la felicidad verdadera venía de hacer felices y ayudar a los demás.

Y colorín colorado este cuento se ha acabado.
La princesa y la varita de los deseos
¿Te ha gustado «La princesa y la varita de los deseos»?
¡Compártelo con tus amigos!
Facebook
Twitter
Pinterest
WhatsApp
Email
Imprimir