La princesa y el lago encantado

Tiempo de lectura: 4 minutos

La princesa y el lago encantado
¿PREFIERES UN AUDIOCUENTO?

Si prefieres, puedes escuchar el cuento mientras haces otras tareas

La princesa y el lago encantado. Érase una vez, en un reino lejano, una princesa llamada Isabella. Ella vivía en un castillo majestuoso con su padre, el rey, y su madre, la reina. La princesa tenía todo lo que una niña podía desear, pero ella anhelaba aventuras emocionantes y descubrir los misterios del mundo que la rodeaba.

Una noche, mientras Isabella estaba en su habitación, escuchó un débil susurro que venía del lago cercano al castillo. La princesa siguió el sonido hasta el borde del agua y encontró un pequeño sapo atrapado en una rama. Isabella se sintió muy triste por el sapo y decidió ayudarlo.

Lo tomó suavemente y lo puso en el agua, pero, en lugar de saltar, el sapo le habló. «Gracias, princesa, por salvarme. Soy el guardián del lago encantado y estoy en deuda contigo. Si alguna vez necesitas ayuda, solo tienes que llamarme».

Isabella estaba sorprendida por lo que acaba de escuchar, pero agradecida por la ayuda del sapo. A partir de ese día, todos los días visitaba el lago y jugaba con el sapo, que se convirtió en su amigo.

Un día, mientras caminaban alrededor del lago, el sapo le dijo a Isabella sobre un secreto que había estado guardando. Había un tesoro escondido en el fondo del lago encantado, un amuleto mágico que podía conceder cualquier deseo.

La princesa quedó asombrada por este descubrimiento y le preguntó al sapo cómo podía encontrar el tesoro. «Debes sumergirte en las profundidades del lago y buscar el amuleto con tu corazón», respondió el sapo.

Isabella se sintió nerviosa, pero también emocionada. Nunca había buceado antes y nunca había tomado tanta responsabilidad ella sola. Pero, pensó, ¿cómo podría decir que no a una aventura tan emocionante?

Así que, después de mucho tiempo, se sumergió en las aguas del lago encantado. Las aguas eran frescas y claras, como el cristal, y Isabella nadó con facilidad. Pronto, llegó al fondo del lago, de pie sobre una gruesa capa de algas acariciando su piel suavemente.

Buscó y buscó el amuleto con sus manos y con la ayuda de su corazón lo encontró. Entonces, lo tomó y se elevó hacia la superficie del agua, sintiéndose llena de poder y emoción.

Una vez que llegó a la orilla del lago encantado, el sapo apareció, sonriendo. «Sabía que lo encontrarías, princesa. ¡Eres una verdadera aventurera!»

Isabella se sintió orgullosa de sí misma mientras sujetaba el amuleto con su mano. «Ahora, dime, ¿qué es lo que quieres?», preguntó el sapo.

La princesa pensó por un momento, su cabeza llenándose de deseos. Finalmente, decidió que quería ayudar a las personas en su reino que más lo necesitaban. Así que cerró sus ojos, concentró su corazón en el deseo, y habló con él en su mente.

Cuando abrió los ojos, vio que toda el área de los jardines del castillo estaban rodeados de frutas y verduras. Isabella estaba emocionada de compartir esta riqueza con su pueblo y correteó hacia el castillo para armar planes.

Desde ese día, Isabella se esforzó por ser una buena reina, y de vez en cuando, visitaba el lago encantado con su amigo sapo. Durante estos visitas, hablaban de aventuras e historias del pasado mientras se divertían. Sabía que tener amigos le había hecho muy feliz, pero que convertirse en una amiga le había dado aún más sentido a su vida.

Y así, la princesa Isabella vivió feliz para siempre, aprendiendo la importancia que es tener amigos y ayudar a los demás. Y cada vez que necesitaba una aventura, sabía que su amigo el sapo siempre estaría ahí para ayudarla.

Y colorín colorado este cuento se ha acabado.
La princesa y el lago encantado
¿Te ha gustado «La princesa y el lago encantado»?
¡Compártelo con tus amigos!
Facebook
Twitter
Pinterest
WhatsApp
Email
Imprimir