La princesa y el jardín secreto. Érase una vez una hermosa princesa llamada Ana, que vivía en un imponente castillo en medio del bosque. Ana era una niña muy curiosa y siempre andaba explorando los alrededores de su casa.
Un día, mientras paseaba por los jardines del castillo, encontró una puerta escondida detrás de un arbusto. Curiosa como siempre, abrió la puerta y encontró un camino rodeado de plantas y flores.
La princesa caminó por el camino y llegó a un hermoso jardín secreto. El jardín estaba lleno de flores de todos los colores y aromas. Además, había árboles frutales llenos de manzanas, peras, naranjas y piñas.
La princesa estaba extasiada y decidió explorar el jardín. Recorrió cada rincón, observando las maravillas que la naturaleza había creado. En un rincón, encontró una hermosa fuente con agua cristalina y se detuvo para beber un poco. Pero, antes de poder beber, una voz la interrumpió.
-¡Alto! -dijo una pequeña voz-. ¿Eres tú la princesa Ana?
La princesa se sorprendió al ver a una pequeña mariposa que hablaba. Nunca antes había conocido una mariposa tan especial.
-Sí, soy yo -dijo la princesa.
-¡Oh, qué sorpresa! -dijo la mariposa-. Nunca había visto a una princesa por aquí. Soy Ámbar, la mariposa guardiana de este jardín.
-Encantada de conocerte, Ámbar -dijo la princesa.
-El placer es mío -dijo Ámbar-. Me gustaría enseñarte el jardín. Hay muchas más cosas que ver.
-¡Por supuesto! -respondió la princesa-. Me encantaría verlo todo.
Ámbar guió a la princesa a través del jardín. Le mostró los árboles frutales, las flores más hermosas y los animales que vivían allí, como mariposas, abejas y pájaros.
Mientras caminaban, Ámbar le contó a la princesa una historia sobre el jardín. Dijo que el jardín había sido creado por un poderoso hechicero que deseaba crear el jardín más hermoso del mundo. Pero el hechicero desapareció justo después de que el jardín se terminara. Desde entonces, el jardín se había convertido en un lugar secreto, solo conocido por unos pocos.
Ana estaba fascinada por la historia y quería saber más. Ámbar le dijo que tal vez, si la princesa hacía un buen uso del jardín, el hechicero volvería algún día.
-¿Cómo puedo hacer un buen uso del jardín? -preguntó la princesa.
-Puedes cuidar todas las plantas y animales que viven aquí -dijo Ámbar-. También puedes compartir sus frutos con los demás. Pero lo más importante es que cuides este lugar y lo ames con todo tu corazón.
La princesa prometió a Ámbar que cuidaría el jardín y lo protegería. Después de recorrer todo el jardín, Ámbar le mostró una pequeña cabaña en el bosque, donde la princesa podría pasar la noche.
-Te agradezco mucho, Ámbar -dijo la princesa-. Me has enseñado mucho sobre el jardín y no puedo esperar para cuidar de él.
La princesa pasó la noche en la cabaña y se despertó temprano para ver el amanecer en el jardín secreto. Cuando llegó allí, vio que todas las plantas y animales estaban esperando para saludarla.
Pasó el día explorando todos los rincones del jardín, cuidando de las plantas y ayudando a los animales. Y, al final del día, la princesa había hecho muchas amistades nuevas.
Después de eso, la princesa Ana visitó el jardín secreto todas las semanas, siempre cuidando y protegiendo las plantas y animales que vivían allí. Y, aunque nunca vio al hechicero que creó el jardín, sabía que estaba haciendo su parte para mantener vivo este lugar mágico.
Y así, la princesa Ana aprendió el valor de la amistad y la importancia de cuidar y proteger el medio ambiente. Y, gracias a su amor por el jardín secreto, se convirtió en la protectora de este lugar maravilloso, un tesoro escondido en medio del bosque.