La princesa y el dragón

Tiempo de lectura: 5 minutos

La princesa y el dragón
¿PREFIERES UN AUDIOCUENTO?

Si prefieres, puedes escuchar el cuento mientras haces otras tareas

La princesa y el dragón. Érase una vez, en un reino muy lejano, una hermosa princesa llamada Amelia. Era conocida por su belleza, su dulzura y por ser muy astuta. Amelia vivía en un castillo rodeado por hermosos jardines y grandes muros. Pero en el reino no todo era tan bonito, pues había un dragón que se había instalado en una cueva en las montañas cercanas y cada noche atacaba a los habitantes de los pueblos cercanos.

La gente estaba muy asustada y trataba de buscar soluciones para acabar con el dragón, pero ningún guerrero había podido vencerlo. Un día, la noticia llegó al castillo del rey y Amelia pidió que le permitieran ir a luchar contra ese dragón, convencida de que ella podría encontrar la manera de derrotarlo.

A pesar de las protestas del rey, que no quería exponer a su hija a un peligro tan grande, Amelia se preparó para viajar. Con su fiel amigo, un pequeño zorro llamado Tito, salió del castillo en una misión muy importante.

El camino hacia la cueva del dragón era largo y peligroso, con enormes rocas y riscos que los obligaban a detenerse a menudo. Sin embargo, Amelia no se rindió ni permitió que el miedo la dominara. Con cada paso que daba, iba recordando los consejos de su padre y de los ancianos del reino sobre cómo vencer a los dragones.

La princesa y Tito llegaron a la cueva por la noche. La entrada de la cueva era tan grande que Amelia debió usar todo su valor para no retroceder. Tito, que siempre era el primero en alentar a su amiga, la empujaba para que no se detuviera. Así que juntos entraron en la cueva, armados con su inteligencia y su valentía.

El aire dentro de la cueva estaba caliente y sofocante, y el olor a ceniza y a humo les impregnaba la ropa. Al adentrarse más, Amelia y Tito oyeron un ruido que les hizo helar la sangre. Era el dragón que se movía y roncaba en el fondo de la cueva. La princesa se escabulló en la oscuridad, seguida por Tito, hasta que llegaron a la guarida del dragón. Al verlo, Amelia comprendió por qué los guerreros del rey no habían podido derrotarlo: era tan grande que ocupaba toda la cueva.

Pero Amelia no se rindió y pensó en cómo vencer al dragón. Después de horas pensando, Amelia tuvo una idea: dijo a Tito que trepara a la cima de la cueva y que esperará sus órdenes. Con un poco de astucia, Amelia preparó una trampa para el dragón. Usó su capa para atraerlo hacia la entrada de la cueva y lo engañó para que se quedara atrapado en ese lugar. El dragón, creyendo que estaba atrapando a la princesa, se lanzó sobre ella con un fuerte rugido.

Pero Amelia corrió rápida hacia el fondo de la cueva y, desde allí, gritó la orden a Tito para que dejara caer un enorme juego de espejos. El resplandor de los espejos reflejados en la entrada de la cueva cegó al dragón, haciéndolo creer que había otro dragón allí mismo, y se dispersó haciéndolo olvidar a la princesa. Lejos de allí, Charlamos y celebramos la victoria, admirando la audacia y la astucia de Amelia y su pequeño amigo Tito.

Finalmente, la princesa Amelia regresó a su hogar triunfante y la gente la recibió con entusiasmo, bendiciéndola y afirmando que era una verdadera heroína. Los habitantes del reino se sintieron agradecidos con la joven princesa por haberles liberado del monstruo que los había estado atacando por mucho tiempo.

A partir de ese día, Amelia se convirtió en la princesa guerrera más querida y admirada del mundo, todo el mundo la buscaba para resolver problemas, sus consejos eran siempre oídos y sus actos, reverenciados. Además, Tito, el pequeño zorro, se convirtió en su compañero inseparable y en el guardián de su puerta, asegurando que nadie la molestara jamás.

Así, la princesa y el dragón se convirtieron en leyendas en el reino del que eran nativos y su historia se convirtió en una fábula para generaciones venideras. La gente sabía que, con inteligencia y valentía, cualquier desafío podía enfrentarse y vencerse. Todo fue gracias a Amelia y a su amigo Tito, quienes demostraron que no se requiere tener la fuerza física más grande para ser capaz de vencer el peligro más grande.

La princesa les había demostrado al mundo que cualquier sujeto, sin importar su procedencia, género, raza, capacidad o condición, tiene la habilidad de ser un verdadero héroe, siempre y cuando tenga el valor de la valentía, la bondad y la astucia.

Y colorín colorado este cuento se ha acabado.
La princesa y el dragón
¿Te ha gustado «La princesa y el dragón»?
¡Compártelo con tus amigos!
Facebook
Twitter
Pinterest
WhatsApp
Email
Imprimir