La princesa y el baúl del tesoro

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La princesa y el baúl del tesoro
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La princesa y el baúl del tesoro. Érase una vez, en un reino muy lejano, vivía una princesa llamada Ana. Ana era muy valiente y aventurera. Le gustaba explorar los bosques del reino en busca de tesoros escondidos y descubrir nuevas aventuras. Pero un día, su padre, el rey, le dijo que ya era hora de que se comportara como una princesa de verdad y que dejara de buscar tesoros. Ana se sintió triste, pero prometió ser una princesa ejemplar a partir de ese momento.

Un día, mientras caminaba por los jardines del castillo, Ana vio un señor extraño que llevaba un gran baúl. El señor se acercó a ella y le dijo:

-Princesa Ana, tengo un baúl que esconde el mayor tesoro del reino. Pero sólo lo entregaré a quien sea lo suficientemente valiente y sagaz como para encontrarlo.

Ana se emocionó al oírlo y al preguntar al señor dónde estaba escondido el tesoro, este solo le respondió con una pista: «Debes encontrar tres llaves. Una llave está en la Cueva de los Murciélagos, otra llave está en el Bosque de las Sombras, y la última llave está en la Torre del Dragón».

La princesa Ana sabía que esta era su oportunidad para demostrar su valentía y así, sin pensarlo dos veces, se puso en camino en busca de las llaves. Primero, fue a la Cueva de los Murciélagos. Allí, encontró muchos murciélagos que volaban por todos lados, pero ella no tenía miedo y, con su espada y su linterna, empezó la búsqueda de la primera llave. Después de mucho buscar y esquivar las manadas de murciélagos, la princesa Ana encontró la llave escondida detrás de una roca. De vuelta al castillo, había superado el primer obstáculo, y ya tenía una llave en su poder.

La siguiente llave estaba escondida en el Bosque de las Sombras. Era un lugar oscuro y tenebroso. La princesa Ana sabía que debía tener mucho cuidado, pues allí se dice que se esconden criaturas malignas para poder asustar a los visitantes incautos. Con su arco y flechas en mano, avanzó, y, cuando estaba a punto de rendirse, encontró la llave escondida en lo alto de un árbol. Con su nueva llave, Ana se sintió más segura de poder ser merecedora de ese mítico tesoro.

La tercera y última llave estaba en la Torre del Dragón, un lugar peligroso y prohibido. La princesa Ana sabía que los dragones eran peligrosos, pero también sabía que, si quería cumplir su sueño de ser una princesa valiente, debía enfrentar su mayor miedo. Llegó hasta la Torre y vio al dragón durmiendo profundamente. Cuidadosamente, la princesa Ana tomó la llave y, antes de salir de la torre, pisó accidentalmente la cola del dragón, lo que ocasionó que se despertara y empezara a perseguirla. Con mucha astucia, logró escapar y en el camino perdió su precioso listón, que la identificaba como princesa, pero Ana estaba contenta por haber logrado su objetivo yendo aún contra su ímpetu.

Con las tres llaves, la princesa Ana volvió con el señor del baúl del tesoro. El señor abrió el baúl y sacó un gran mapa que tenía la ubicación del tesoro. Ana lo tomó y se puso en camino a la cueva donde supuestamente estaba el tesoro. Al llegar allí, la princesa Ana vio que el tesoro era en realidad un libro muy antiguo y valioso.

Cuando Ana abrió el libro, se dio cuenta de que era una historia mágica sobre una princesa que buscaba aventuras y tesoros en contra de la voluntad de su papá, y que por su valentía y coraje, había logrado ser famosa en su reino. Ana se emocionó muchísimo y se dio cuenta de que ella era como esa princesa. Decidió que de ahí en adelante, ella sería la heroína de sus propias aventuras y que no dejaría de buscar tesoros y aventuras por nada del mundo.

Desde entonces, la princesa Ana se convirtió en la heroína del reino, recorriendo todo lo largo y ancho de él en busca de tesoros y nuevas historias.
A consecuencia de su éxito, muchos niños y niñas en el reino comenzaron a imitarla, emprendiendo sus propias aventuras y demostrando su valentía. Ana se dio cuenta de que su sueño se había hecho realidad, no solo porque había encontrado un gran tesoro en un libro antiguo, sino porque había descubierto su verdadera vocación: explorar y buscar nuevos tesoros.

Desde ese día, la princesa Ana se convirtió en una leyenda del reino, una princesa que nunca dejó de luchar por sus sueños y siempre enfrentó sus miedos con valentía. Y su espíritu aventurero influyó en todo el reino, haciéndolos más valientes y seguros de sí mismos. Su baúl del tesoro nunca estuvo vacío, pues Ana seguía buscando tesoros y aventuras, ofreciendo cientos de historias maravillosas a los niños y niñas de su pueblo.

Y colorín colorado este cuento se ha acabado.
La princesa y el baúl del tesoro
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