La princesa y el baile de máscaras

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La princesa y el baile de máscaras
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La princesa y el baile de máscaras. Érase una vez, en un reino muy lejano, una hermosa princesa llamada Lucía. Lucía era una joven muy inteligente, amable y cariñosa, pero siempre se sentía un poco sola ya que no tenía muchos amigos de su edad en el castillo. A pesar de que el reino estaba lleno de gente, a menudo se sentía invisible en medio de la multitud.

Un día, el rey y la reina organizaron un gran baile de máscaras en el castillo para celebrar el cumpleaños de Lucía. La princesa estaba muy emocionada por la fiesta, pero también un poco nerviosa. Nunca había asistido a un baile antes, y no estaba segura de qué esperar.

Cuando llegó el día del baile, Lucía se preparó con mucho cuidado. Se puso su vestido más hermoso, adornó su cabello con flores y se puso una máscara de mariposa que había comprado para la ocasión. Sin embargo, a pesar de su elegante atuendo, todavía se sentía insegura.

Cuando entró en la gran sala de baile del castillo, quedó maravillada por la belleza de la decoración. La sala estaba llena de flores, luces brillantes y globos de colores. La música sonaba fuerte y vibrante, y la gente bailaba con entusiasmo. Sin embargo, a pesar de la alegría en el aire, la princesa seguía sintiéndose como una extraña en medio de la muchedumbre.

De repente, alguien se acercó a ella y le preguntó si quería bailar. Lucía miró hacia arriba, sorprendida por la amabilidad del extraño. A través de la máscara del disfraz, no podía ver la cara de la persona, así que se limitó a asentir con la cabeza tímidamente.

El extraño -un joven misterioso, pero muy amable- tomó suavemente a Lucía de la mano y la llevó al centro de la pista de baile. Durante un momento, la princesa se sintió muy nerviosa, como si estuviera a punto de cometer un error grave. Pero cuando el joven le sonrió a través de su propia máscara, su corazón se llenó de coraje.

Los dos comenzaron a bailar, y aunque Lucía no sabía nada de danza, el joven la guio con habilidad y gracia. La música los envolvió, y pronto todos los sentidos de la princesa se llenaron de la belleza que la rodeaba. Se sintió libre y feliz, como si no hubiera nada que pudiera detenerla.

Finalmente, el baile llegó a su fin, y el joven se despidió respetuosamente de Lucía antes de desaparecer en la multitud. La princesa estaba llena de sensaciones, y aunque no sabía quién era su misterioso compañero de baile, estaba agradecida por la experiencia.

Los días pasaron, y Lucía se encontró pensando constantemente en el baile de máscaras. No podía dejar de preguntarse quién había sido el joven que la había llevado a bailar, y se sentía muy sola sin su compañía.

Un día, mientras paseaba por los jardines del castillo, Lucía encontró un pequeño paquete envuelto en papel de seda azul. Sorprendida, lo abrió con cuidado, y dentro encontró una máscara antigua de oro y un pequeño pedazo de papel. La nota decía «Princesa, ¿quiere venir a bailar conmigo de nuevo? Si es así, use esta máscara en el próximo baile».

Lucía no podía creerlo – ¡su misterioso compañero de baile había dejado una invitación secreta! Con los latidos del corazón acelerados, se emocionó al pensar en la idea de volver a ver al joven desconocido.

Seguía pensando en cómo encontrarlo, cuando de repente, el día del siguiente baile de máscaras llegó. Lucía se puso la máscara de oro, se arregló el cabello y corrió a la sala de baile del castillo. Al entrar, reconoció inmediatamente al joven que le había pedido bailar en el pasado. Se acercó tímidamente, pero él se dio cuenta de su presencia inmediatamente.

En un momento, estaban juntos en el centro de la pista de baile, moviéndose juntos en la música. Durante la noche, se rieron, charlaron y se divertieron juntos. Lucía finalmente había encontrado a alguien con quien conectaba, y se sentía muy feliz.

La noche pareció volar, y pronto Lucía y el extraño se despidieron. Sin embargo, esta vez, el joven dejó un recuerdo más duradero: le regaló un pequeño espejo dorado y le dijo que lo usara para recordar el baile y la emoción del momento en el que bailaron juntos.

Después de aquella noche, Lucía y el joven se hicieron inseparables. Aunque seguía usando sus disfraces, pronto se dieron cuenta de que ya se conocían lo suficiente como para revelar sus verdaderos nombres y rostros. Con el tiempo, se hicieron grandes amigos y se reunían en secreto para bailar juntos y hablar de todo.

Con la ayuda del joven, Lucía aprendió a ser más segura de sí misma, más audaz y más extrovertida. A la vez, se le ocurrió una idea para reunir a otros niños del reino de su edad y formar una pequeña compañía de actuación en la que representaban sus propias historias.

Pronto, la princesa dejó de sentirse sola en el castillo y se convirtió en una líder entre los más jóvenes. Mientras seguía asistiendo a los bailes de máscaras con su misterioso amigo, ella sabía que había encontrado lo que había estado buscando: la alegría, la amistad y la felicidad completa. A partir de aquella noche, siempre la tuvo.

Y colorín colorado este cuento se ha acabado.
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