La primavera del unicornio. Érase una vez un reino mágico en el que todos los años, durante la primavera, aparecía un bello unicornio. Este animal místico era conocido por visitar a los habitantes del lugar y concederles deseos imposibles. Por eso, cada año, a la llegada de la primavera, todos los ciudadanos del reino se apresuraban a preparar su petición para el unicornio.
Sin embargo, esa primavera fue diferente. El unicornio no apareció en el reino y nadie sabía por qué. Los más ancianos contaban historias sobre cuando el unicornio viajó por el mundo para ayudar a otros reinos necesitados, pero nunca antes había dejado sin visitar a su propio hogar. Los días pasaban y cada vez más personas empezaban a preocuparse.
Entonces, una niña llamada Sofía decidió buscar al unicornio en el bosque más cercano al reino. Sabía que era peligroso ir sola, pero se armó de valor y partió a la aventura. Avanzó por el bosque, saltando sobre las raíces y esquivando los arbustos, hasta que de repente, un sonido le llamó la atención. Era el canto de un ave muy particular, una que siempre anunciaba la presencia del unicornio.
Sofía siguió el sonido y pronto llegó a un pequeño claro en el bosque. Allí estaba el unicornio, parado junto a un arroyo y bebiendo agua fresca. La niña se acercó cuidadosamente, sabiendo que los unicornios eran seres salvajes y temerosos. Pero este no pareció asustado, todo lo contrario, bajó la cabeza y dejó que Sofía lo acariciara.
La niña se emocionó mucho al ver al unicornio. Se sintió afortunada por encontrarlo, pero también confundida por su tardanza en llegar al reino. Sabía que el unicornio podía comunicarse con ella de alguna forma, así que cerró los ojos y esperó.
«Fui llamado por un reino lejano y necesitado de mi ayuda», susurró una voz en el oído de Sofía.
La niña abrió los ojos y vio que el unicornio la miraba directamente. Pudo sentir una conexión con él que nunca antes había experimentado. Sabía que, aunque era un ser mágico, también tenía sentimientos y emociones.
«¿Puedes contarme qué ha sucedido?», preguntó Sofía.
El unicornio miró hacia el horizonte y suspiró. «Es un largo y complicado relato, pero pondré un resumen: muchos seres mágicos están en peligro debido a un poderoso hechizo que amenaza con destruirlos. Fui llamado para unir fuerzas y combatir al mal. He estado luchando durante meses, pero he regresado con la satisfacción de saber que el mal ha sido vencido».
Sofía entendió que el trabajo del unicornio era importante para el bienestar de todos los seres mágicos, incluyendo al reino en el que vivía. Sin embargo, también sabía que los ciudadanos necesitaban su ayuda y que estaban esperando su llegada durante la primavera.
«Quizás podría ayudarte a contarles a todos lo que ha sucedido y por qué estuviste ausente», sugirió la niña.
El unicornio sonrió, asintiendo con la cabeza. «Eso sería muy amable de tu parte, Sofía. Me gustaría que los ciudadanos supieran que sus necesidades son importantes para mí, pero que a veces debo responder a una llamada mayor».
Sofía montó en el lomo del unicornio, sintiendo la suavidad de su pelaje y el suave balanceo que le producía el andar. Era la primera vez que montaba en un unicornio y se llenó de emoción. Viajaron juntos por todo el reino, anunciando la llegada del unicornio y contando su historia. Los ciudadanos escuchaban atentamente, entendiendo que todos debían trabajar juntos para proteger a los seres mágicos.
Finalmente, cuando la primavera estaba llegando a su fin, el unicornio hizo su última aparición en el reino. Todos los ciudadanos se reunieron alrededor de él y esperaron su oportunidad para hacer sus peticiones. El unicornio fue amable y concedió todo lo que le pidieron, aunque recordó que su poder también debía usarse sabiamente y para el bien común.
Sofía se acercó al unicornio y le agradeció por su tiempo y sabiduría. El unicornio sonrió y agitó su cola. «Ha sido un honor trabajar contigo, Sofía. Tu valentía es admirable y eres una verdadera amiga de los seres mágicos. Espero que siempre mantengas esa conexión especial con nosotros».
Los ciudadanos se despidieron del unicornio, agradecidos por su visita y por todas las peticiones cumplidas. Sabían que el unicornio era un tesoro en su reino, pero también en todo el mundo mágico. Se comprometieron a proteger a los seres místicos y a seguir trabajando juntos para mantener viva la magia en sus vidas.
Y así, la primavera llegó a su fin, pero la esperanza y el amor hacia los seres mágicos continuó en los corazones de todos en el reino. Sabían que, aunque el unicornio pudiera aparecer una vez al año, su presencia era constante y su magia vibraba en cada ser vivo que tocaba.