La Perrita Malcriada. Érase una vez una pequeña perrita llamada Lola, que vivía en una casa grande y hermosa con su dueña, Gabriela. Lola era muy inteligente y le encantaba jugar y correr por todo el jardín. Sin embargo, había un pequeño problema, Lola era muy malcriada, le gustaba hacer lo que quería y no obedecía a su dueña.
Un día, Lola decidió que quería ir a explorar por el bosque detrás de la casa porque había escuchado muchos animales divertidos allí. Gabriela le dijo que no era seguro y que era mejor quedarse en casa, pero Lola no la escuchó y decidió salir corriendo hacia el bosque.
Después de caminar un rato, Lola se encontró con un conejo muy amigable llamado Pedro. Pedro le contó a Lola que vivía en el bosque y que tenía muchos amigos animales, como ardillas, zorros y pájaros. Lola se emocionó mucho y quiso conocer a todos los animales amigos de Pedro.
Pedro llevó a Lola a conocer a sus amigos y todos quedaron impresionados por la valentía de Lola por aventurarse hasta allí. Pero pronto se dieron cuenta de que Lola era muy malcriada y egoísta. Lola quería hacer las cosas a su manera y no se esforzaba en ser amable con los demás animales.
Un día, cuando Lola estaba correteando por el bosque, se tropezó y se lastimó una pata. Pedro y los demás animales corrieron a ayudarla, pero Lola se puso enojada y les dijo que se alejaran. “No necesito tu ayuda, Pedro, puedo arreglármelas sola”, dijo Lola. Pero pronto se dio cuenta de que no podía hacerlo sola y que necesitaba a sus amigos para ayudarla.
Pedro y los demás animales trabajaron juntos para cuidar de Lola y ayudarla a sanar su pierna. Cuando se recuperó, Lola se sintió muy mal por haber sido malcriada con sus amigos y les agradeció por su ayuda. Lola aprendió que no siempre podía hacer lo que quería y que era importante ser amable y respetuosa con los demás.
Cuando volvió a casa, Lola se disculpó con su dueña Gabriela por haber desobedecido y le prometió que de ahora en adelante iba a hacer todo lo posible por portarse bien y obedecer sus órdenes.
Desde ese día, Lola se convirtió en una mejor perrita y empezó a tratar a todos los animales con respeto y amabilidad. Lola aprendió que la amistad y la ayuda de los demás son cosas muy valiosas y que era importante trabajar y respetarlos. También aprendió que no siempre podía hacer lo que quería, pero que obedeciendo, podía disfrutar más y ser más feliz.
Gabriela se sintió muy orgullosa de su perrita y siempre le recordaba lo importante que era ser amable con los demás, incluso con los animales. Lola aprendió muchísimo de su aventura y nunca olvidaría a sus amigos en el bosque.
Y así, Lola vivió feliz junto a Gabriela, aprendiendo, creciendo y haciendo amigos. Y aunque de vez en cuando se mantenía un poco malcriada, siempre recordaba lo que Pedro y los demás animales le habían enseñado y hacía todo lo posible por ser una perrita amistosa y respetuosa con todos los que la rodeaban, demostrando que una perrita malcriada puede volverse buena.