La Perrita del Valle de las Estrellas. Érase una vez una pequeña perrita llamada Luna, que vivía en el valle de las estrellas. Era un lugar mágico, lleno de luz y de colores brillantes. Luna siempre se asombraba ante las maravillas que podía ver en ese lugar, el cielo nocturno estaba iluminado con estrellas que hacían una hermosa cancion al moverse, las flores eran de colores que nunca antes había visto, los arboles crecían tan altos que parecían tocar el cielo.
A Luna le encantaba pasear por el valle y descubrir cosas nuevas, pero su mayor deseo era volar con las estrellas, acurrucarse en una de ellas y viajar por todo el cielo. Pero, ¿cómo podría hacerlo?
Después de mucho pensar, Luna decidió pedirle ayuda a sus amigos del valle. Se acercó a su amiga la mariposa, una criatura hermosa y sabia, para preguntarle que pensaba sobre su proyecto de volar con las estrellas.
La mariposa suspiró profundamente y dijo:»Mira, Luna. Si quieres volar con las estrellas, debes buscar a alguien que te enseñe a hacerlo. Quizás un pájaro o un ángel del cielo”.
Luna lo pensó y decidió buscar a alguien que la ayudara para realizar su gran aventura.
Se fue explorando el valle y llegando a la cima de una de las montañas, se encontró con un pájaro amarillo que cantaba dulcemente. Se acercó a él y le preguntó: “Hola, amigo. ¿Me podrías enseñar a volar? Quiero volar con las estrellas y conocer todo el cielo». El pájaro, con una sonrisa en su pico, contestó: «Claro que sí, pequeña. Pero primero te enseñaré cómo volar en el aire. Escúchame bien y sigue mis instrucciones».
Y así, Luna y el pájaro amarillo comenzaron a practicar juntos. Luna saltaba, batía sus patas delanteras como un ala y luego saltaba de nuevo, siguiendo los movimientos del pájaro. Después de semanas de práctica, Luna pudo finalmente deslizarse por el aire con gracia y ligereza.
El siguiente paso era ir más alto. «Para volar con las estrellas, tienes que llegar a la cima de las montañas. Si no tienes miedo, entonces puedes venir conmigo”, dijo el pájaro.
Luna no tuvo miedo, así que siguió al pájaro hacia la cima de la montaña. El paisaje era hermoso, el sol se estaba poniendo en el horizonte y el cielo estaba lleno de nubes de varias formas y colores.
El pájaro amarillo dijo: «Ahora, Luna. Es hora de que extiendas tus patas, agarres aire y saltes hacia el cielo. Si lo haces bien, podrás llegar a tocar las estrellas.»
Luna, con todas sus fuerzas, agarró aire y saltó hacia el cielo. Fue un salto maravilloso, flotando con el poder del viento, hasta tocar el cielo y estar tan alto que podía tocar la luna. Al tocarla, sintió como si la energía de su cuerpo fuera como la de las estrellas, un brillo intenso y mágico llenó su espíritu.
Desde ese momento, Luna, no solo aprendió a volar con las estrellas, sino que también se convirtió en la verdad de la leyenda del valle de las estrellas. Podía dormir con ella, jugar con ella, bailar con ella y volar junto con las estrellas. Desde ese momento Luna se convirtió en la única sucesora del valle de las estrellas y por siempre fue la perrita guardiana que cuidaba este maravilloso lugar.
¡Y así, Luna vivió feliz para siempre!