La Perrita de la Playa

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La Perrita de la Playa
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La Perrita de la Playa. Érase una vez, en una playa muy bonita, vivía una perrita muy especial. Era una perrita callejera, pero todos los que la conocían la llamaban “La Perrita de la Playa” por su amor por el mar.

La Perrita de la Playa disfrutaba de sus días correteando por la arena, jugando con las olas y persiguiendo a las gaviotas. Pero lo que más le gustaba era ver a los niños jugar y reírse en la playa.

Un día, mientras La Perrita de la Playa estaba durmiendo bajo la sombra de una palmera, escuchó a un niño llorar. Abrió los ojos y vio a un pequeño en la playa, llorando inconsolablemente.

La Perrita de la Playa se acercó al niño y le lamió la mano, tratando de consolarlo. El pequeño sorprendido, levantó la mirada y la sonrisa que mostró no se podía comparar con ninguna otra del día.

Desde ese momento, La Perrita de la Playa se convirtió en la amiga de todos los niños de la playa.

Cada día, mientras los padres trabajaban o hacían compras, sus hijos iban a la playa a jugar con La Perrita de la Playa. Jugaban a la pelota, construían castillos de arena y, por supuesto, se mojaban con las olas.

La Perrita de la Playa también hablaba con los niños y los escuchaba. A los niños les encantaba contarle sus secretos, contarle historias y cantarle canciones.

Pero un día, algo extraño pasó. La Perrita de la Playa no estaba en la playa cuando los niños llegaron. Los niños se preocuparon mucho, porque nunca había faltado La Perrita de la Playa.

Pasaron horas buscándola, pero no la encontraron. Los niños regresaron a sus casas tristes y preocupados.

Por suerte, la mamá de uno de los niños recordó haber visto a la perrita callejera en la esquina de la calle de la playa. Preocupada, se acercó a ella y le preguntó si sabía algo de La Perrita de la Playa.

La perrita callejera, que conocía muy bien a La Perrita de la Playa, supo exactamente donde encontrarla. La llevó hasta su escondite secreto, en una cueva detrás de las rocas.

Cuando los niños llegaron a la cueva, encontraron a La Perrita de la Playa enferma y muy triste. Había estado escondida en la cueva porque se había lastimado la pata y no quería que los niños la vieran así.

Inmediatamente los niños buscaron ayuda. Coleccionaron todos los medicamentos de sus casas y los llevaron a La Perrita de la Playa. La curaron con mucho amor y en poco tiempo, volvió a la playa.

Los niños estaban muy emocionados y felices de tenerla de vuelta. Y La Perrita de la Playa estaba aún más contenta de verlos a todos de nuevo.

Desde aquel día, La Perrita de la Playa no se escondió más. Sabía que siempre habría alguien que la cuidaría y la trataría con amor.

Los niños la mimaban, le daban de comer y la llevaban de paseo. Y ella les agradecía todo ese cariño moviendo la cola más que nunca.

La Perrita de la Playa siempre será la amiga de los niños y niñas de la playa. Ellos la aman por su alegría, por ser tan amigable y por ser su compañía incondicional en los días de sol, arena y mar.

Y por supuesto, La Perrita de la Playa siempre estará allí para jugar, reír y correr por la playa, como siempre lo ha hecho.

Y colorín colorado este cuento se ha acabado.
La Perrita de la Playa
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