La Perrita de la Casa de los Sueños. Érase una vez una perrita muy especial llamada Lola. Lola vivía en la Casa de los Sueños, un lugar mágico donde las mascotas eran muy felices y cuidadas por los niños más amorosos del mundo.
Lola no era una perrita común y corriente, podía hablar y entender el lenguaje de los humanos. Era una gran amiga de la familia que vivía en la Casa de los Sueños y siempre estaba dispuesta a ayudar en lo que fuera necesario.
Un día, uno de los niños que vivía en la Casa de los Sueños, llamado Tomás, estaba muy triste porque se había olvidado de hacer su tarea. Lola notó la tristeza en su rostro y decidió que tenía que hacer algo para ayudarlo.
-¿Qué pasa, Tomás? –preguntó Lola-. ¿Por qué estás tan triste?
-Es que hoy tenía que presentar un trabajo en la escuela y me olvidé de hacerlo –dijo Tomás con voz apagada-. No sé qué voy a hacer.
Lola pensó por un momento y luego tuvo una idea.
-¡Ya sé! –dijo Lola-. Voy a ayudarte a hacer ese trabajo. Seguro que juntos podemos hacer algo maravilloso.
Tomás no lo podía creer. ¿Cómo podía una perrita ayudarlo a hacer su tarea? Pero luego pensó que si Lola decía que podían hacerlo, entonces debían intentarlo.
Trabajaron durante horas, Lola daba ideas y Tomás las escribía en su cuaderno. Al final, habían hecho el mejor trabajo de toda la clase. Tomás se sentía muy agradecido y feliz por la ayuda de Lola.
Pero esto fue solo el principio de las aventuras que vivieron Lola y Tomás juntos en la Casa de los Sueños.
Una noche, un fuerte viento comenzó a soplar y todos los animales de la Casa de los Sueños se pusieron muy nerviosos. Lola decidió ir a investigar qué estaba pasando. Cuando llegó al jardín de la casa, vio que los árboles estaban a punto de caerse y las flores volaban en todas direcciones.
-¡Tenemos que hacer algo, Tomás! –dijo Lola-. El jardín se va a arruinar si no hacemos algo.
Tomás no estaba seguro de qué podían hacer para detener el viento, pero confiaba en Lola. Juntos, comenzaron a recoger las flores y a ponerlas en un lugar seguro. Lola sabía que no podían parar el viento, pero podían hacer algo para evitar que el jardín se viera afectado.
Después de unas horas, el viento comenzó a amainar y todo volvió a la normalidad. Cuando los demás animales de la Casa de los Sueños vieron lo que Lola y Tomás habían hecho, se quedaron impresionados.
Lola se había convertido en una heroína en la Casa de los Sueños. Todos los animales la respetaban y la querían. Pero no solo los animales, también los niños que vivían allí la adoraban.
Un día, cuando todos estaban sentados en el jardín disfrutando del sol de la tarde, Lola les contó una historia muy especial.
-Hace muchos años, antes de venir a la Casa de los Sueños, yo vivía en un lugar muy lejano –dijo Lola-. Era un lugar muy triste, donde los animales no eran felices y la gente los trataba muy mal. Pero un día, alguien me dio una oportunidad y me llevó a este lugar maravilloso donde todos somos felices y nos queremos.
Los niños se emocionaron al escuchar la historia de Lola y todos se dieron cuenta de lo afortunados que eran de vivir en la Casa de los Sueños. Se levantaron y abrazaron a Lola, agradeciéndole por ser una gran amiga y por enseñarles lo importante que es ayudar a los demás.
Desde ese día, la Casa de los Sueños se convirtió en un lugar aún más especial gracias a la presencia de Lola. Ella era la perrita más querida y respetada de todo el lugar, siempre dispuesta a ayudar y hacer felices a los demás.
Y aunque Lola ya era muy feliz en la Casa de los Sueños, sabía que aún tenía muchas aventuras por vivir y muchas vidas por tocar. Ella era una perrita muy especial que había encontrado su hogar en el lugar de los sueños.