La Perrita de la Casa de Chocolate

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La Perrita de la Casa de Chocolate
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La Perrita de la Casa de Chocolate. Érase una vez una casa hecha de chocolate. Sí, esa es la casa que todos los niños soñarían tener. Todos los días se podía oler el chocolate fresco y los dulces aromas rodeaban el vecindario. Pero había un problema, una perrita callejera siempre andaba deambulando por los alrededores y causando problemas. Aunque la gente de la casa de chocolate intentaba hacer que la perrita se marchara, ella siempre volvía. Así que decidieron hacer algo diferente.

En lugar de enojarse con la perrita, los dueños de la casa de chocolate decidieron invitarla a quedarse. Le dieron un nombre, Chispita, y la trataron como si fuera uno más de la familia. La peluda perrita se adaptó rápidamente a la vida en la casa de chocolate y se volvió muy querida por todos.

Un día, mientras Chispita exploraba la casa, encontró un delicioso pastelillo en la cocina. Hambrienta, no pudo resistirse y se lo comió. Pero, después de comerse el dulce, comenzó a notar algo extraño. ¡Ya no podía moverse! La perrita se había comido un pastelillo mágico hecho por el dueño de la casa, y ahora estaba paralizada.

Los dueños de la casa estaban preocupados por lo que había sucedido. Corrieron a la cocina y encontraron a Chispita temblando en el suelo. Rápidamente, comenzaron a buscar una solución para deshacer el hechizo y salvar a su amada mascota. Miraron en los libros de magia de la casa, pero no pudieron encontrar la respuesta.

Fue entonces cuando la esposa de la casa de chocolate tuvo una idea. Sabía que el hechizo se deshacía si alguien besaba a la perrita. Pero ¿quién se atrevería a hacerlo con una perrita cubierta de chocolate?

Así que, en un acto de valentía, el hijo menor de la familia se acercó a la perrita y le dio un beso en la nariz. Inmediatamente, la perrita volvió a la normalidad y podía moverse de nuevo. Todos estaban felices y aliviados de que Chispita estuviera bien.

Desde ese día, Chispita se convirtió en la compañera más fiel de la casa de chocolate. Aunque seguía siendo un poco traviesa, siempre se aseguraba de no comer nada que no debía. Pasó muchos años felices en su hogar dulce hogar.

Y así, los dueños de la casa de chocolate aprendieron que, a veces, las soluciones más simples son las mejores y que, si se trata de alguien que amas, nada es imposible. Y como la magia era algo muy común en esa casa, se aseguraron de que nunca más hubiera pasteles mágicos a su alrededor.

Y con esa lección aprendida, pudieron disfrutar el dulce aroma que salía de esa casa todos los días. Una aroma que hacía que los niños del vecindario se sintieran felices y, a su vez, Chispita pudiera disfrutar de la calidez de una familia que le había dado un hogar maravilloso, lleno de amor y chocolate.

Y colorín colorado este cuento se ha acabado.
La Perrita de la Casa de Chocolate
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