La noche de los fantasmas de los espejos de Halloween. Érase una vez, en una pequeña ciudad, la noche de los fantasmas de los espejos de Halloween. Los niños y niñas estaban emocionados por ver quién tendría el disfraz más aterrador y quién conseguiría la mayor cantidad de golosinas. Pero había un lugar al que nadie quería ir: una antigua mansión encantada que se encontraba en lo alto de una colina, solo accesible a través de un camino oscuro y tenebroso.
Cuentan las leyendas que la mansión fue propiedad de un mago oscuro que convocaba a los espíritus de los espejos para hacer su magia. Pero algo salió mal, y esos espíritus se volvieron en contra de él, encerrándolo en la casa mágica. Nadie había entrado en la casa desde entonces, y los residentes de la ciudad habían aceptado que estaba embrujada.
Sin embargo, una niña llamada Sofía no tenía miedo de la mansión encantada. A menudo caminaba por el camino oscuro cuando se dirigía a casa después de la escuela, y siempre había mirado la mansión con curiosidad. Ella había oído hablar de los fantasmas de los espejos, pero pensaba que eran solo historias para asustar a los niños.
En la noche de Halloween, Sofía se puso su disfraz de murciélago y decidió aventurarse a la mansión encantada. Ella sabía que ninguno de sus amigos iría con ella, pero estaba decidida a descubrir lo que se escondía dentro de la casa embrujada. Sofía comenzó a caminar hacia la colina, ondeando su linterna para iluminar su camino.
Cuando llegó a la casa, sus pies se detuvieron frente a la puerta principal. Parecía que iba a desintegrarse ante sus ojos. Pero Sofía sabía que no podía retroceder ahora, así que empujó la puerta valientemente, y se adentró en la oscuridad.
La casa estaba en un estado terrible, pero Sofía no podía quitar su vista de los grandes espejos mágicos que colgaban de las paredes, que reflejaban todo el interior. Se dio cuenta de que estos espejos debieron de ser los que se habían utilizado para la magia, y decidió probarlos. Seguramente no sería tan peligroso, pensó ella.
Entonces, Sofía susurró «Espejo mágico, más allá de mi visión, muéstrame el futuro, el presente y la misión”. La habitación se iluminó repentinamente, como si alguien hubiera encendido miles de velas en cada rincón. Tres espíritus aparecieron frente a Sofía. Uno tenía un globo terráqueo en sus manos, mientras que el segundo sostenía una antorcha en llamas y el tercero tenía una pluma y un diario.
«Saludos, amable doncella», dijo el espíritu del globo terráqueo. «Somos los fantasmas de los espejos mágicos. Sabemos por que has venido aquí. Te proponemos un juego, y si ganas, podrás hacer una pregunta, y te responderemos con la verdad absoluta. Pero si pierdes, deberás quedarte atrapada aquí para siempre».
Sofía estaba un poco asustada, pero también estaba muy curiosa, así que aceptó participar en el juego. Los espíritus le presentaron tres desafíos.
En el primer desafío, tuvo que encontrar la salida de un laberinto. Los espíritus la guiaban desde los espejos mágicos, y por fin ella encontró la salida, con los espíritus aplaudiendo su éxito. En el segundo desafío, tenía que encontrar una serie de objetos en una habitación oscura. Sofía utilizó su linterna para ayudarse, y encontró los objetos a tiempo.
En el tercer y último desafío, tenía que pintar un retrato de su familia. Afortunadamente, Sofía había sido una artista muy buena en la escuela, y logró un resultado excelente. Los espíritus decidieron que había ganado el juego, y le permitieron hacer su pregunta.
«Sophie, ¿qué quieres saber?», dijo el espíritu de la pluma y el diario.
«Sé que es una pregunta tonta», dijo Sofía, «pero ¿de dónde vienen las estrellas?»
Los tres espíritus sonrieron. «Muy buena pregunta, Sofía. Las estrellas son como lucecitas que piensan en nosotros. Nos muestran el camino hacia los lugares que queremos ir, y nos iluminan con su brillo. Las estrellas son un regalo del cielo, y siempre nos recuerdan la belleza y la alegría de estar vivos.»
Sofía sonrió. La respuesta era hermosa, y estaba satisfecha. Los espíritus le permitieron salir de la mansión encantada, y regresaron a su mundo mágico. Por fin, ella volvió a casa con la sensación de haber vivido una experiencia increíble.
La noche de los espíritus de los espejos había sido algo fantástico, y sabía que nunca podría olvidarla. En su corazón, conocía la verdad acerca de las estrellas, y estaba agradecida por la respuesta que le habían dado.
Desde entonces, la mansión encantada dejó de ser un hogar maldito para Sofía, y simplemente pasó a ser un lugar lleno de historias increíbles e imaginación. Y ella sabía, desde entonces, que las historias más espeluznantes y terroríficas no siempre son lo que parecen.