La niña que abogó por la diversidad religiosa

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La niña que abogó por la diversidad religiosa
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La niña que abogó por la diversidad religiosa. Érase una vez, en un pequeño pueblo llamado Arcoíris, vivía una niña llamada Sofía. Ella amaba su pueblo y a todas las personas que vivían en él. Pero un día, cuando Sofía tenía nueve años, se dio cuenta de que no todas las personas en su pueblo eran iguales. Había algunas personas que eran tratadas de manera diferente debido a la religión que seguían.

El padre de Sofía era pastor de una iglesia cristiana, pero ella sabía que no todos seguían esta religión. Algunos de sus amigos eran musulmanes, otros judíos, y algunos no seguían ninguna religión. Pero la mayoría de las personas en su pueblo, incluidos algunos miembros de su propia iglesia, no parecían estar de acuerdo con esta diversidad religiosa.

Un día, cuando Sofía estaba en su clase de ciencias sociales en la escuela, la maestra les preguntó si alguno de ellos había visitado alguna vez una mezquita. Ninguno de sus compañeros de clase levantó la mano. Pero Sofia lo había hecho. Su amiga musulmana la había invitado a su mezquita para una ceremonia religiosa.

Sofía decidió contar sobre su visita y habló sobre lo feliz que se sintió de haber sido invitada a aprender sobre la religión de su amiga. Pero luego algunos de sus compañeros de clase comenzaron a burlarse de su amiga y de su religión porque era diferente de la suya.

Sofía se sintió triste y enojada. No podía entender por qué algunas personas en su pueblo no podían aceptar la diversidad religiosa. Esa noche, durante la cena en su casa, decidió hablar con su padre sobre ello.

Le explicó cómo se había sentido y cómo quería hacer algo para asegurarse de que todas las personas, independientemente de su religión, fueran tratadas con igualdad y respeto en su pueblo. Sorprendentemente, su padre estuvo de acuerdo con ella y le prometió que trabajarían juntos para hacer una diferencia.

Al día siguiente, Sofía y su padre visitaron la mezquita. Hablaron con el imán y aprendieron más sobre la religión musulmana. El imam les mostró el respeto y la hospitalidad más cálida. Al irse, Sofía y su padre hablaron con el imán sobre cómo podrían trabajar juntos para hacer que su pueblo fuera más inclusivo.

Juntos, idearon un plan para organizar un evento llamado «Celebrando la diversidad religiosa» en la plaza del pueblo. Invitaron a representantes de todas las religiones del pueblo y pidieron que hablen sobre sus creencias y ceremonias religiosas. Sofía trabajó incansablemente para que todo salga bien. Algunos de sus amigos se unieron a ella como voluntarias.

El evento fue un gran éxito. Fue un día lleno de alegría, amor, comida y música. Todas las personas del pueblo, con independencia de su religión, asistieron y se divirtieron juntas. Se dieron cuenta de que no importaba cuál fuera su religión, eran todos iguales y podía trabajar juntos para hacer que su pueblo fuera un lugar más acogedor.

A partir de ese día, las personas de Arcoíris se aseguraron de no juzgar a nadie por su religión. En cambio, todos aprendieron a apreciar la diversidad religiosa y se aseguraron de celebrarla juntos.

Sofía se sintió orgullosa de lo que ella y su padre habían logrado. Y ella estaba feliz de que los niños y niñas de todas las religiones pudieran crecer en un pueblo como Arcoíris, que era diverso y tolerante.

Desde ese día, Sofía se convirtió en una abanderada de la diversidad y aceptación no solo de la diversidad religiosa, sino también la de género, étnica, social y cultural. Creía que todos merecían ser tratados con igualdad y respeto. Y esa fue la lección más importante que aprendió a lo largo de su vida.

Fin.

Y colorín colorado este cuento se ha acabado.
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