La montaña mágica de los caballos

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La montaña mágica de los caballos
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La montaña mágica de los caballos. Había una vez, en lo alto de la montaña más alta del mundo, un lugar legendario conocido como La montaña mágica de los caballos. Se decía que allí habían sido creados los caballos más hermosos y resistentes del mundo.

Un día, un joven llamado Alex, que vivía en una aldea cercana, decidió explorar la misteriosa montaña. Se preparó para la aventura y partió al amanecer, llevando solo lo esencial para el camino: agua, comida y una pequeña manta para dormir.

Alex caminó durante días en las laderas de la montaña hasta que por fin llegó a la entrada de una cueva. Debido a la oscuridad y el frío, se armó de valor y decidió adentrarse en ella.

Una vez dentro de la cueva, Alex comenzó a escuchar extraños sonidos. Cada vez que avanzaba, los ruidos se hacían más fuertes y parecían venir de todas partes.

Cuando se encontraba a punto de retroceder, Alex vio un haz de luz que salía de una grieta en la pared. Se acercó y descubrió que daba a una amplia caverna. Allí dentro, un espectáculo le dejó sin aliento.

Había cientos de caballos de todos los colores, tamaños y formas, corriendo libremente en una enorme pradera. Alex corrió hacia ellos y comenzaron a rodearlo, oliéndolo y dejándose acariciar. Eran inseparables, como si hubieran estado esperando su llegada.

Alex se sintió en casa allí en medio de tantos cuadrúpedos extravagantes. Después de un rato, notó que algo le llamaba la atención en el extremo opuesto de la pradera. Se acercó y descubrió una pequeña cabaña de madera. La puerta estaba cerrada, pero el joven notó una ranura en la parte superior, lo que le permitió ver lo que había dentro.

Allí, sentada en lo alto de un trono de madera, había una hermosa mujer con una hermosa túnica verde esmeralda y una brillante corona dorada en la cabeza. Se dio cuenta de inmediato de que se encontraba cara a cara con la Reina de La Montaña mágica de los caballos.

La Reina de la Montaña mágica de los caballos le explicó a Alex que ella era la protectora de los caballos. Los cuidaba y los mantenía seguros, asegurando que la magia de la montaña los mantuviera saludables y fuertes.

Alex le contó a la Reina su amor por los caballos y cómo siempre había soñado con tener uno propio. La Reina, conmovida por la pasión del joven, le concedió su deseo. Le dio un caballo, el más hermoso de todos, y le pidió que cuidara de él y lo protegiera siempre.

Alex montó en su caballo y emprendió el camino de regreso a su aldea. Cuando llegó a casa, sabía que era ahora el protector del hermoso y mágico animal que le habían regalado.

Alex se convirtió en el mejor cuidador de caballos y asumió la responsabilidad de compartir la magia que había aprendido en la montaña mágica con los demás. Cada año, como homenaje a la Reina de La Montaña mágica de los caballos, se organizaba una gran fiesta, en la que los habitantes de todas las aldeas, amigos y familiares se reunían y celebraban juntos, en honor a los magníficos caballos que habían sido regalados por la Reina.

Alex se había dado cuenta de que el amor y la preocupación eran la forma de cuidar a estos seres mágicos, y que la clave para mantenerlos fuertes era la empatía y el respeto. Con el tiempo, la presencia de los caballos en la aldea se volvió portentosa y aportaron cosas maravillosas a la comunidad.

Desde aquel día, Alex nunca olvidó su aventura en la Montaña mágica de los caballos, y su vida se convirtió en una lección de amor y cuidado hacia estos seres mágicos que albergan una sabiduría sin igual.

Y colorín colorado este cuento se ha acabado.
La montaña mágica de los caballos
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