La lluvia del unicornio. Érase una vez, en el reino mágico de Avalon, una hermosa pradera donde solían pastar los unicornios más bellos y majestuosos del lugar. En una tarde calurosa de verano, la pradera se tornó grisácea y el cielo se cubrió de nubes negras que anunciaban una tormenta. Pronto empezó a llover con fuerza, cayendo gotas tan grandes como canicas y los rayos iluminaban el cielo.
Los unicornios corrían a buscar refugio, pero uno de ellos, el más joven e inexperto, se alejó del camino y se perdió en el bosque. El unicornio estaba aterrorizado y buscaba desesperadamente un lugar seguro para resguardarse de la tormenta. De repente, una misteriosa figura apareció ante él.
– ¿Quién eres tú?- preguntó el unicornio tembloroso.
– Soy la lluvia del unicornio -respondió la misteriosa figura con una sonrisa- y vengo a ayudarte.
El unicornio observó asombrado cómo la figura tomó su nariz y le condujo a través del bosque. Mientras andaban, la lluvia del unicornio intercambiaba historias con el más joven de los unicornios que empezó a sentirse más seguro y cómodo en su compañía.
De repente, la lluvia del unicornio se detuvo en seco y señaló un árbol viejo y retorcido. Allí entre las raíces del árbol había un pequeño túnel que conducía a una cueva subterránea. El unicornio no estaba muy convencido de entrar, pero la lluvia del unicornio le aseguró que estaría a salvo allí. El unicornio entró en la cueva y se acurrucó en un rincón húmedo.
La lluvia del unicornio permaneció a su lado toda la noche contándole historias de unicornios antiguos y sus hazañas mágicas hasta que el más joven de los unicornios se durmió. Al despertar, se encontró solo en la cueva. La lluvia del unicornio ya se había marchado.
El unicornio salió de la cueva y se desplazó hasta la pradera donde encontró a sus amigos esperando para darle la bienvenida de vuelta. Todos estaban preocupados por él y lo abrazaron al ver que estaba de regreso sano y salvo. El más joven de los unicornios compartió su historia y nadie podía creer que había hablado y sido ayudado por la lluvia del unicornio.
Los unicornios mayores que habían oído hablar de la lluvia del unicornio, sabían que era una leyenda que venía de las tierras lejanas, una poderosa diosa cuyo propósito era ayudar a los unicornios necesitados en momentos de peligro. Desde aquel día, el más joven de los unicornios se convirtió en el defensor y protector de la lluvia del unicornio, esperando que en alguna otra ocasión ella volviera a ayudarlo.
La lluvia del unicornio podía sentir el corazón puro del más joven de los unicornios y su sinceridad al contar su historia. Por eso, en otra tarde de verano, cuando el sol se escondía en el horizonte y las estrellas empezaban a iluminar el cielo, la lluvia del unicornio volvió a aparecer.
– ¿Recuerdas, pequeño unicornio, esa vez que te ayudé en la cueva? -dijo la lluvia del unicornio sonriendo.
– Sí, claro que sí -respondió el unicornio con emoción.
– Has sido muy valiente y mereces un regalo por ello. Cada vez que estés en peligro, invoca mi nombre y yo vendré a ayudarte- prometió la lluvia del unicornio antes de desaparecer en un arco iris brillante.
El pequeño unicornio no podía creer lo que había pasado. Se sintió más valiente y seguro que nunca antes, sabiendo que la lluvia del unicornio siempre estaría allí para ayudarlo. Desde entonces, todas las noches, el pequeño unicornio miraba al cielo y esperaba ver a la lluvia del unicornio con su sonrisa misteriosa y su caudal de energía para transformar el mal en bien. Él estaba agradecido a la lluvia del unicornio y siempre lo recordaría en su corazón.