La leyenda del unicornio verde. Érase una vez en un reino lejano, un unicornio de un color diferente a los demás. No era blanco ni dorado, ni siquiera plateado como algunos podían ser. Este unicornio tenía un pelaje verde esmeralda brillante que resplandecía al sol. La gente del reino le temía y lo veía como un animal extraño. Sin embargo, aquellos que tuvieron la oportunidad de estar cerca del unicornio verde entendían que no había ningún motivo por el que temer a ese majestuoso animal. Era inocente y amigable, solo se mantenía apartado porque era diferente. La leyenda dice que quien lograra capturarlo tendría la felicidad eterna. Pero, ¿quién querría capturar a un unicornio tan hermoso?
Los años pasaban y nadie se atrevía a acercarse al unicornio verde. Sin embargo, un día un príncipe se aventuró más allá de la tierra de su reino y se adentró en el bosque en busca del unicornio. Había oído la leyenda y decidió encontrarlo para asegurarse que nadie en su reino lo tratara mal. Sabía que aquel animal era especial y único, y que debía ser protegido. Se preparó para el viaje y pidió ayuda a los animales del bosque. Ellos le prometieron que lo guiarían hasta el unicornio y le dieron lo que necesitaba para el camino.
El príncipe se adentró en el bosque y los animales lo guiaron hasta el unicornio verde. Cuando lo encontró, el animal no huyó como esperaba. Sorprendido, el príncipe se acercó al unicornio. Éste se mantuvo sereno y pacífico, y permitió al príncipe acariciar su melena verde. Los ojos del unicornio eran tan hermosos que el príncipe no podía dejar de mirarlos.
—No temas, ven conmigo—le dijo el unicornio.—Hay algo importante que debes saber.
Sin necesidad de preguntar, el príncipe siguió al unicornio que lo llevó a un lago en el centro del bosque. Allí se encontraba una hermosa flor blanca con un tallo dorado, una flor que nunca antes había visto.
—Esta flor es la fuente de la felicidad eterna. Es importante que la protejas de los malvados que quieran poseerla. Si la flor cae en manos equivocadas, el mal se apoderará del reino y nunca más se sabrá de la felicidad. Me eligió a mí para protegerla y a ti para que me ayudes.
El príncipe comprendió que no había sido suerte el encontrar al unicornio verde, sino una misión de vida. Era su tarea proteger a ese majestuoso animal que él había descubierto sin saber que lo estaba buscando.
Los años pasaron, y el príncipe se aventuró a otros lugares en busca de aliados para proteger la flor. El unicornio, como siempre, lo siguió en sus travesías. En sus viajes, el príncipe se encontró con una joven que se enamoró de él, y juntos lucharon para mantener la paz en el reino. El unicornio, su leal compañía, los guiaba en cada paso.
Pero un día, un ejército malvado decidió invadir el reino. Querían la flor para ellos solos y no se detendrían ante nada para conseguirlo. El príncipe sabía que debía detenerlos. Los preparativos de la guerra comenzaron y el unicornio no podía estar más feliz, finalmente había llegado el momento de luchar en el reino que siempre había protegido.
Las batallas fueron largas y dolorosas, pero una vez que el príncipe y su ejército obtuvieron la victoria, la flor dorada se convirtió en el emblema del reino. La gente entendió que el unicornio verde era un amigo, y dejaron de temerle. Lo vieron por lo que era: un animal majestuoso y poderoso, que siempre había protegido y luchado por ellos en silencio.
El príncipe y su amada se casaron y reinaron en el reino por muchos años en paz y felicidad. El unicornio verde nunca más se mantuvo apartado, sino que se convirtió en una leyenda símbolo de unión. El reino floreció bajo un cielo claro y una luz brillante, y el unicornio verde siempre estaba presente, erigiéndose como el guardián eterno del reino. Su pelaje verde esmeralda brillaba más que nunca y su corona de flores acariciaba su frente como una muestra de agradecimiento eterno.