La leyenda del unicornio celeste

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La leyenda del unicornio celeste
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La leyenda del unicornio celeste. Érase una vez, en un bosque encantado, en el que habitaban criaturas fantásticas, como hadas, duendes y unicornios, había un unicornio muy especial llamado Celestino. Este unicornio era de un color azul brillante que deslumbraba a cualquiera que se cruzara con él. Por esta razón, era conocido como el unicornio celeste.

Celestino era un ser muy bondadoso y amable. Siempre ayudaba a quiénes lo necesitaban y su magia era capaz de curar cualquier herida o mal que alguien pudiera tener. Sin embargo, había una cosa que lo entristecía mucho y era el hecho de que los demás unicornios lo rechazaban por ser diferente.

Un día, mientras Celestino se encontraba caminando por el bosque encantado, se topó con un grupo de hadas que parecían estar en serio problema. Se acercó a ellas y preguntó cómo podía ayudarlas. Las hadas le contaron que un malvado duende les había robado su varita mágica y no sabían cómo podrían recuperarla.

Celestino, sin dudarlo, les ofreció su ayuda y juntos idearon un plan, para confundir al duende y que se despreocupara de la varita mágica. Celestino utilizó su magia para crear un espejismo de la varita, mientras que las hadas recuperaban la varita real sin que el duende lo notara.

Cuando lograron recuperar la varita, las hadas agradecieron a Celestino por su ayuda. Desde ese día, las hadas y el unicornio celeste se hicieron muy buenos amigos, y comenzaron a colaborar juntos en muchos otros problemas que surgían en el bosque encantado.

Poco a poco, Celestino comenzó a ser más aceptado por los demás unicornios, quienes se dieron cuenta de lo especial que era y las cosas maravillosas que podía hacer con su magia.

Sin embargo, aunque Celestino había ganado la admiración de sus iguales, se sentía un poco solitario, ya que no había otro unicornio celeste con quien pudiera compartir su vida cotidiana. Por esta razón, decidió salir a explorar otros lugares del bosque encantado, en busca de nuevos amigos.

Fue así como, en uno de sus paseos, se encontró con un pequeño conejo de un color rosado muy vivaz. El conejo parecía un poco triste, así que Celestino se acercó a él y le preguntó qué le pasaba. El conejito le contó que se había perdido del resto de su familia, y que no sabía cómo volver con ellos.

Celestino, una vez más, se ofreció a ayudarlo. Con su magia, pudo encontrar la casa de los conejos y ayudar al conejito a reunirse con los suyos. Desde entonces, el conejito y Celestino se volvieron muy buenos amigos.

Juntos, el unicornio celeste y el conejito exploraron cada rincón del bosque encantado, vivieron las más maravillosas aventuras e incluso, se hicieron amigos de muchas otras criaturas mágicas y fantásticas, como duendes, hadas, y gnomos.

Con el tiempo, Celestino se dio cuenta que no importaba cuál fuera el color o la forma de cada uno de ellos, sino lo que había en su corazón. Y, esa fue una de las cosas que lo convirtió en un ser especial y querido por todos los que lo conocían.

Por lo tanto, Celestino aprendió que no es importante ser igual a los demás, sino ser uno mismo. Y, a pesar de que en un principio fue rechazado por ser diferente, su corazón bondadoso y amable, hizo que poco a poco lograra ser admirado y querido por todos.

Así, la leyenda del unicornio celeste se extendió por todo el bosque encantado, convirtiéndolo en un ser mágico y legendario, cuya vida había sido llena de aventuras y de amistades verdaderas.

Y así, Celestino vivió feliz, rodeado de sus amigos y siendo el ser mágico más querido de todo el bosque encantado. Su hermosura y su corazón lo convertían en un unicornio espectacular y admirado por todos los que se cruzaban en su camino.

Y colorín colorado este cuento se ha acabado.
La leyenda del unicornio celeste
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