La leyenda del unicornio azul. Érase una vez en un bosque muy lejos de aquí, vivía un unicornio azul. Este unicornio era especial porque no se trataba de ningún unicornio común, sino del único unicornio azul que había en todo el mundo.
La gente en el pueblo cercano hablaba del unicornio azul como si fuera una leyenda, un mito que se había contado por generaciones. Pero todos aquellos que sabían realmente de su existencia, sabían que el unicornio azul era muy real.
Las historias se difundieron rápidamente sobre el unicornio azul y la gente vino de todos los rincones para intentar capturarlo. Los cazadores y los comerciantes salieron en busca de él, ofreciendo grandes sumas de dinero para obtener su piel y su cuerno.
Pero el unicornio azul nunca fue capturado, y no fue porque fuera más rápido que cualquier otro animal, o más inteligente. Era porque siempre estaba protegido por una bendición mágica.
Un día, el unicornio azul vio a una doncella perdida en el bosque. La doncella estaba llorando, desesperada por encontrar su camino a casa. El unicornio azul decidió ayudarla, y juntos viajaron a través del bosque, sorteando peligrosos obstáculos y valles oscuros.
Finalmente, llegaron a casa de la doncella, donde ella agradeció al unicornio azul por salvarla y le prometió mantener su existencia en secreto. Agradecido, el unicornio azul se alejó del pueblo y volvió al corazón del bosque.
Pero su ayuda no pasó desapercibida; el líder del pueblo y muchos de sus cazadores se enteraron del acto de bondad del unicornio azul. Decidieron buscarlo, pero esta vez con un plan maestro.
Cavaron un gran foso y cubrieron el área con ramas y hojas. Luego, esparcieron alimentos en el borde del foso, sabiendo que el unicornio azul no podía resistir estos manjares.
El unicornio azul, ajeno a la emboscada planeada, cayó en el foso profundo, donde los cazadores lo atraparon y le arrebataron su cuerno. El unicornio azul, sin su cuerno, estaba indefenso, y fue llevado a la ciudad donde se usó su piel para hacer abrigos, bolsas y todos los demás productos imaginables.
La gente procedió a celebrar, pensando que habían capturado al legendario unicornio azul y sus cazadores se hicieron ricos con el botín.
Sin embargo, lo que no sabían era que la maldición del unicornio azul se cerniría sobre ellos en su momento más oscuro. Los habitantes del pueblo se enfermaron y no había cura para su enfermedad. El líder del pueblo llamó a su consejo para buscar la cura mágica.
La doncella que había ayudado al unicornio azul, se presentó voluntaria para buscar la cura, recordando la promesa que le había hecho al unicornio. Ella recordó las palabras del unicornio, «El poder del cuerno no estaba en su apariencia física, sino en el amor y la magia que contenía en su corazón».
La doncella emprendió un largo viaje a través del bosque, buscando el unicornio azul. Sabía que no podía traer de vuelta el cuerno, pero tenía la esperanza de convencer al unicornio azul para que ayudara al pueblo, a pesar de lo que le habían hecho.
Después de muchas semanas, finalmente llegó al corazón del bosque donde encontró al unicornio azul. Se disculpó por lo que le habían hecho y le preguntó si podía ayudar a salvar a su pueblo.
El unicornio azul, conmovido por su compasión, decidió ayudarla. Juntos, encontraron las hierbas y raíces que necesitaban para hacer una cura mágica para la gente del pueblo.
La doncella, así como los habitantes del pueblo, se sorprendieron por la bondad del unicornio azul. Supieron que era un ser extraodinario y único en su especie.
Después de eso, nunca volvieron a perseguir al unicornio azul. El pueblo y el unicornio azul coexistieron en paz. Los habitantes del pueblo aprendieron a amar a todas las criaturas con las que compartían el mundo y se dieron cuenta de que la belleza real no era en la apariencia sino en la bondad del corazón.
Desde aquel día, el pueblo dejó de cazar animales para su piel y cuernos y se centraron en la protección de las criaturas.
El unicornio azul se convirtió en un símbolo de esperanza y amor en todo el pueblo, un recordatorio de que si abrimos nuestros corazones, podemos iluminar el mundo con colores nunca antes vistos.