La leyenda del fantasma del río de cristal. Érase una vez en un pequeño pueblo, al pie de una gran montaña, había una leyenda muy conocida por todos los habitantes. Se trataba del fantasma del río de cristal.
El río de cristal era un hermoso lugar donde todos los niños iban a jugar y refrescarse en los días de verano. Sin embargo, había una leyenda sobre un espíritu que vagaba por sus aguas durante la noche. Según contaban, se podía ver una figura blanca flotando en el río cuando la luna estaba en su punto más alto. Muchos decían que este fantasma era peligroso, que podía hacer daño a quien se encontrara en el río durante la noche.
Pero un niño llamado Juan, no creía en esas cosas. Él era un niño muy valiente y curioso, y se preguntaba si el fantasma era real o tan solo una leyenda inventada por los adultos. Así que una noche, decidió descubrir por sí mismo si la leyenda era verdadera.
Juan esperó hasta que todos los demás se fueron a dormir y se dirigió hacia el río de cristal. La luna estaba llena y brillante, iluminando el camino hacia el río. Juan caminaba con precaución, sintiendo un poco de miedo, pero también emocionado por lo que podría descubrir.
Cuando llegó al río, se detuvo y se asomó al agua. No vio nada fuera de lo común, solo las aguas cristalinas del río. Se encendió una cigarrillo y se apoyó en un árbol cerca del río para esperar y observar.
Pero entonces, algo extraño comenzó a suceder. El agua del río comenzó a moverse, formando remolinos y ondas. Juan estaba aterrorizado y listo para huir, pero algo lo detuvo. Vio una figura blanca flotando en el agua. ¡Era el fantasma del río de cristal!
El fantasma era una figura blanca translúcida, flotando en el agua como si fuera un barco de papel. Pero no parecía peligroso en absoluto. Al contrario, parecía triste y solitario.
Juan quería saber más del fantasma. Se acercó lentamente al río y, como si el fantasma lo notara, empezó a brillar intensamente. Era como si le diera la bienvenida a Juan para unirse a él en el río.
Y así, sin pensarlo dos veces, Juan se sumergió en el agua para unirse al fantasma. Pasaron horas nadando y jugando juntos en el río de cristal. Juan descubrió que el fantasma era en realidad el espíritu de un niño que se ahogó en el río hace muchos años. Nunca había podido encontrar la paz, hasta que conoció a Juan.
Juan y el fantasma se convirtieron en amigos y siguieron visitándose en el río de cristal durante muchas noches más. Ahora, Juan sabía que la leyenda del fantasma del río de cristal era real, pero no era peligroso en absoluto.
Un día, Juan decidió compartir su descubrimiento con los otros niños del pueblo. Les contó cómo era el fantasma del río de cristal en realidad y cómo era un amigo que solo necesitaba compañía. Los niños escucharon atentamente y, para sorpresa de Juan, todos se animaron a visitar al fantasma en el río.
La leyenda del fantasma del río de cristal ya no era una leyenda, era la verdad. Los niños jugaron con el fantasma y lo aceptaron como un amigo más. Finalmente, el espíritu encontró la paz que tanto había buscado. Ya no tenía que estar solo y triste, tenía amigos que lo visitaban todas las noches.
Desde entonces, el río de cristal se convirtió en un lugar mágico y especial para los niños del pueblo. Y siempre recordaban que, aunque las leyendas pueden parecer aterradoras, a veces es solo una forma de ocultar algo maravilloso y desconocido.


