La leyenda del fantasma del lago oscuro

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La leyenda del fantasma del lago oscuro
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La leyenda del fantasma del lago oscuro. Érase una vez, en un pequeño pueblo rodeado de colinas y valles, había un lago oscuro que nadie se atrevía a visitar. Los lugareños decían que el lago estaba embrujado por el fantasma del lago oscuro.

El pueblo solía ser un lugar próspero, con tiendas bulliciosas y festivales llenos de vida. Pero la llegada del fantasma del lago oscuro había cambiado todo eso. Los comerciantes cerraron sus tiendas temprano, y la gente rara vez se aventuraba fuera de sus hogares después del anochecer.

Los niños en especial, se sentían fascinados por la historia del fantasma del lago oscuro. Contaban historias sobre un joven pescador que había caído al agua y se había ahogado, y desde entonces su fantasma aparecía en el lago.

Los niños se emocionaban con la historia y se imaginaban lo que sucedía en el lago a altas horas de la noche. Algunos incluso afirmaban haber visto al fantasma flotando en el agua oscura.

Pero un día, una niña llamada Ana decidió enfrentarse al miedo y visitar el lago oscuro para ver si realmente había un fantasma allí. Se preparó temprano en la mañana con una lupa, una red de pescar y una barra de pan para el almuerzo.

Caminó por el camino del pueblo hasta el lago. A medida que se acercaba al lago, la sensación de miedo crecía en su estómago. Pero Ana siguió adelante. Llegó al borde del lago y se sentó en la orilla con una vista amplia del agua oscura.

Veía algunas hojas flotando en el agua, y algunos peces saltando de vez en cuando. Esperó durante horas y no vio nada fuera de lo normal.

De repente, se escuchó un ruido. Ana se asustó y dio media vuelta para regresar al pueblo. Pero entonces una figura emergió del agua.

Era un anciano de barba plateada en una pequeña balsa remando hacia ella. Ana sintió alivio al ver que no era un fantasma, sino un pescador.

«¿Qué haces aquí?» Preguntó el anciano.

«Estoy tratando de ver al fantasma del lago oscuro», respondió Ana.

El anciano rió. «¿Fantasma? No hay ni una sombra de él aquí. Solo hay peces y la creatividad de la gente».

Ana no podía creer lo que estaba escuchando. ¿Había estado viviendo en el miedo durante todo este tiempo, solo porque algunos habitantes del pueblo contaban historias que no eran ciertas?

El anciano continuó hablando, explicando que él venía a pescar aquí todos los días y que nunca había visto ningún fantasma.

Ana agradeció al anciano por su tiempo y se despidió. Regresó al pueblo con una sonrisa en el rostro y una sensación de alivio.

De vuelta en el pueblo, Ana compartió sus descubrimientos con sus amigos. Los niños se sintieron aliviados al escuchar la verdad y se dieron cuenta de que no había nada que temer.

Decidieron que querían traer de vuelta la alegría al pueblo. Organizaron una fiesta en la plaza y le pidieron al anciano que les enseñara a pescar. Pronto, el pueblo se llenó de risas y alegría, y la gente volvió a frecuentar las tiendas y plazas.

La leyenda del fantasma del lago oscuro se había desvanecido en la historia, y el pueblo volvió a su estado previo. Ana y sus amigos habían traído de vuelta la vida a su comunidad, y todo gracias a un acto valiente y curioso.

Desde entonces, Ana se había convertido en la líder del pueblo, y todos los niños estaban felices de seguir sus pasos. El pueblo floreció una vez más y nada volvería a asustarlos de nuevo.

Y colorín colorado este cuento se ha acabado.
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