La leyenda del fantasma de la cueva

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La leyenda del fantasma de la cueva
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La leyenda del fantasma de la cueva. Érase una vez, en un pequeño pueblo rodeado de montañas, una leyenda que contaban los abuelos a los niños que se portaban mal. Decían que en una cueva en lo más alto de la montaña habitaba un espíritu que tomaba la forma de un fantasma. Este fantasma se decía que se aparecía a quien se atreviera a entrar en la cueva después de la puesta de sol.

La historia comenzó cuando dos hermanos llamados Ángela y Rafa, de 7 y 10 años, se enteraron de la leyenda. Ángela no creía en las historias de fantasmas, pero Rafa estaba decidido a encontrar la cueva y ver al famoso fantasma. Después de pedir permiso a sus padres, los hermanos prepararon una mochila llena de provisiones, agua y linternas, y se dirigieron a la montaña.

Era un día soleado y las aves cantaban mientras caminaban por el sendero que se adentraba en el bosque. Después de dos horas de caminata, llegaron al pie de la montaña. La subida parecía empinada y peligrosa, pero los hermanos no estaban dispuestos a rendirse. Subieron por el sendero, y después de muchas horas, llegaron al pie de la cueva.

La luz del sol brillaba en la entrada de la cueva, y no se veía nada que pudiera asustar a nadie. Los hermanos estaban seguros de que entrar en la cueva sería fácil. Se adentraron en la cueva y, mientras avanzaban, se iba haciendo cada vez más oscuro.

– «¡Mira allí!», exclamó Rafa señalando una extraña figura en la pared de la cueva.

Al principio, Ángela no pudo distinguir la figura, pero cuando se acercó, se dio cuenta de que parecía un rostro de un anciano con una barba larga y enredada. Los hermanos se asustaron y decidieron retroceder para salir de la cueva. Pero algo extraño pasó: la entrada de la cueva no estaba donde ellos la habían dejado.

– «¿Dónde está la salida? ¿Estás seguro de que fuimos por aquí?», preguntó Ángela a Rafa.

– «¡Seguro que sí! Seguimos el camino que encontré en Internet», respondió Rafa.

No había rastro de la entrada; todo lo que veían era oscuridad. A la luz de la linterna, Ángela y Rafa empezaron a caminar por la cueva, tratando de encontrar la salida. Pero en lugar de encontrar la luz del sol, encontraron una habitación enorme, donde se encontraba un hombre vestido de blanco.

– «Hola, ¿qué hacen aquí?», preguntó el hombre.

– «Estábamos buscando la salida de la cueva», respondió Rafa.

– «Sí, nos perdidos. La entrada ya no está donde estaba antes», añadió Ángela.

El hombre sonrió y les explicó que sucedía esto a menudo.

– «¿Quieres decir que no somos los primeros que se pierden aquí?», preguntó Ángela.

– «No, hay muchas personas que se pierden en esta cueva», respondió el hombre. «¿Quieres que te cuente su historia?».

Los hermanos aceptaron y el hombre comenzó a contar la leyenda del fantasma de la cueva. Les dijo que la cueva estaba habitada por un espíritu que no permitía que nadie saliera de allí. El espíritu se apoderó de la cueva hace muchos años, cuando el pueblo fue invadido por una tribu guerrera. El líder de la tribu hizo una promesa de salvar a su pueblo usando una poderosa arma mágica que había visto en un sueño. La leyenda decía que esta arma se encontraba escondida en la cueva.

Los guerreros subieron a la montaña en busca de la cueva. Después de muchas horas, encontraron la entrada y se adentraron en la cueva hasta llegar al centro. Allí encontraron al espíritu, que explicó su propósito. El espíritu pidió que se le pidiera un deseo para abrir la cueva. La tribu hizo un deseo y el espíritu concedió su petición, pero más tarde se dio cuenta de que el deseo había sido mal hecho. Decidió quedarse allí para siempre, haciendo que la cueva fuera peligrosa y difícil de encontrar para aquellos que no estaban destinados a encontrarla.

Después de oír la historia, Ángela y Rafa se dieron cuenta de que habían cometido un error al entrar en la cueva. Se veían atrapados en la cueva, sin salida. Pero el hombre les dijo que, si se concentraban con fuerza, el espíritu podría concederles un deseo. Los hermanos se concentraron y pidieron ser devueltos a su casa.

De repente, un círculo de luz apareció detrás de ellos y los engulló, llevándolos de vuelta a su hogar. Rafa y Ángela entraron corriendo en su casa, donde su madre los estaba esperando con la cena preparada. Contaron su aventura en la cueva y las lecciones que habían aprendido. Estaban agradecidos por haberse salvado gracias al deseo concedido por el espíritu de la cueva.

Desde ese día, la cueva santuario permanece en la montaña, y se dice que aquellos que no están destinados a encontrarla nunca la encuentran. Los hermanos, por otro lado, prometieron no volver a buscar aventuras peligrosas. Años después, contaron la historia de su aventura en la cueva y advertían a los niños y niñas de su pueblo que nunca buscaran el espíritu de la cueva.

Y colorín colorado este cuento se ha acabado.
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