La leyenda de la ciudad de la convivencia pacífica. Érase una vez, en un mundo mágico lleno de colores y sonidos, donde ser diferente era algo especial y celebrado por todos. En este mundo, había una ciudad llamada «La Ciudad de la Convivencia Pacífica». Todos los habitantes de la ciudad eran diferentes, algunos eran altos y otros bajitos, algunos eran rubios y otros morenos, pero todos eran iguales en su forma de tratar a los demás.
La ciudad estaba gobernada por un rey sabio y justo llamado Samir. Samir entendía que la diversidad era la clave para una vida pacífica y feliz, y trabajaba duro para asegurarse de que todos se sintieran valorados y amados. Por eso, en su ciudad no había una única forma de vivir, vestir, hablar o pensar. Cada persona era libre de expresarse y ser ellos mismos sin miedo a ser criticados o juzgados.
Un día, la ciudad fue visitada por un pequeño grupo de personas extrañas y asustadas que huían de un reino cercano. Eran de piel oscura y hablaban una lengua extraña que nadie en la ciudad podía entender. Samir los recibió con los brazos abiertos y les ofreció alojamiento en la ciudad.
Pero no todos los habitantes estaban de acuerdo con la decisión del rey. Algunos creían que eran peligrosos y que no deberían permitirse en su ciudad. Otros pensaban que eran diferentes y que no se parecían a nadie más en la ciudad, lo que los hacía raros y no bienvenidos.
Samir entendió que estos pensamientos venían del miedo y la ignorancia, así que decidió hacer algo para ayudar a sus ciudadanos a entender y aceptar a los recién llegados. Decidió organizar una gran fiesta en honor a los nuevos visitantes. La comida se preparó en grandes cantidades, la música se tocó y todos los habitantes de la ciudad trajeron sus mejores ropas.
Los visitantes comenzaron a jugar con los niños de la ciudad, a contar historias y a reír. Aprendieron algunos juegos de la ciudad y les enseñaron algunos de los suyos. Eventualmente, incluso las personas que se habían sentido incómodas al principio comenzaron a disfrutar de la compañía de los visitantes. La fiesta se convirtió en un verdadero festival de paz y amor.
A lo largo de los días siguientes, las diferencias entre los visitantes y los habitantes de la ciudad se fueron desvaneciendo en el aire. Comenzaron a hablar el mismo idioma y compartieron historias y tradiciones. Y a medida que pasaba el tiempo, las personas de la ciudad empezaron a darse cuenta de que todas las personas, independientemente de su origen, tienen un valor igual.
Finalmente, llegó el día en que los visitantes debían partir hacia su hogar. Pero antes de partir, el líder de los visitantes se dirigió a la ciudad y le entregó un presente al rey Samir. Era un collar hecho de diferentes tipos de piedras, cada una de ellas de un color y tamaño diferente.
«Este collar representa la diversidad», dijo el líder de los visitantes. «Cada uno de estos coloridos componentes es único y especial por sí mismo. Pero cuando los unimos y los hacemos trabajar juntos, crean algo aún más hermoso. Así es como deberíamos ser como seres humanos. Diferentes pero valorados por igual».
A partir de entonces, cada vez que alguien se sumaba a la ciudad, recibía un collar como símbolo de la importancia que se le otorgaba a la diversidad. La ciudad se convirtió en un lugar lleno de amor y paz, donde todas las personas eran valoradas independientemente de su origen, género o raza.
Y así, la leyenda de la Ciudad de la Convivencia Pacífica se difundió por todo el mundo. La gente de todas partes viajaba para visitar la ciudad y ver con sus propios ojos cómo se podía vivir en armonía con personas de todas partes del mundo. Y es con esa imagen que dejó una marca en todas las mentes de aquellos que presenciaron la belleza de la diversidad.