La Leoncita y el Viaje en el Tiempo

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La Leoncita y el Viaje en el Tiempo
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La Leoncita y el Viaje en el Tiempo. Érase una vez una leoncita llamada Lola, que vivía en una hermosa selva rodeada de árboles altísimos. Era una pequeña y audaz leona, pero su gran sueño era un viaje en el tiempo.

Una noche Lola estaba viendo las estrellas en el firmamento, cuando su amigo el búho llegó con buenas noticias. Le contó que una metafísica había llegado a la selva para una ceremonia muy especial. La leoncita sintió que aquella era su oportunidad para cumplir su sueño, y decidió emprender la aventura.

El día siguiente, la leoncita partió hacia la ceremonia, ubicada en una montaña alta y muy especial. Al llegar al lugar, se encontró con la metafísica, quien se presentó como la guía para un viaje en el tiempo, la leoncita estaba emocionada.

Lola y la metafísica comenzaron a caminar por una angosta vereda. Cuando llegaron a un bosque, la metafísica le explicó a la leoncita que allí encontrarían lo que buscaban. Empezaron a caminar con precaución. Lola estaba sorprendida por la belleza de aquel recóndito lugar. La metafísica le indicó que no debía preocuparse, pues estaba segura de que lo encontrarían pronto.

Luego de un rato, llegaron a un lago hermoso, de un hermoso color turquesa, rodeado de suaves árboles coloridos. La guía se detuvo en la orilla y les hizo una señal a las aguas. También comenzó a pronunciar canticos y a mover sus manos. Al instante, el lago comenzó a cambiar de color, primero rojo, luego amarillo y finalmente verde.

«¡Lo encontramos!», exclamó la metafísica. Lola, asombrada, se acercó a la orilla del lago para ver lo que la mujer sostenía en sus manos. Era una mágica seta redonda y delicada que no podían dejar de observar.

Para viajar en el tiempo con la seta, debían separarla en dos y cerrar los ojos mientras se absorbe su polvo. Lola y la metafísica hicieron exactamente eso, pero cuando Lola abrió los ojos de nuevo, se sorprendió al verse en una selva completamente distinta.

La seta había funcionado, pero se encontraban en una selva de la prehistoria. La leoncita se maravilló al ver a los enormes dinosaurios y los mamutes que vivían allí. Pero rápidamente la metafísica le recordó que debían tener cuidado para regresar al presente

Luego de un rato de caminar, la pareja llegó a un árbol gigante. La metafísica comenzó a caminar en torno al árbol, mientras Lola la observaba, intrigada. De pronto, la mujer pronunció un hechizo y una especie de portal mágico se abrió en la corteza del árbol. La metafísica fue la primera en cruzar, y Lola la siguió.

Cuando cruzó, la leoncita se encontró en una ciudad muy extraña, una ciudad futurista, llena de robots y luces de neón. Pasmada, comenzó a explorar los alrededores, pero no podía dejar de pensar en cómo regresar al presente.

Después de mucho investigar, la metafísica encontró un dispositivo que les permitiría volver al presente. Sin pensarlo dos veces, vertió el polvo de la seta en el dispositivo y, con una ráfaga de luz, se encontraron en la selva que siempre habían conocido.

Aún emocionada por el viaje, Lola le preguntó a la guía por qué había aceptado hacer ese viaje con ella. La mujer le contó que era para cumplir un deseo de su madre, que había soñado con un viaje en el tiempo. «No puedo decir que sea gratis el poder hacer esto, pero con un deseo sincero y un deseo puro, podemos hacer cosas increíbles en el mundo», dijo la metafísica a la leoncita.

Luego de contemplar sus experiencias emocionantes, Lola volvió a su hogar, agradecida por el viaje en el tiempo y los recuerdos que guardaría para siempre. Desde ese día, su amor por el conocimiento se hizo más grande y no podía esperar para ver lo que tenía que ofrecer el mundo. Años después, la leoncita se convirtió en una aventurera y se dedicó a explorar el mundo y conocer todos los lugares emocionantes que ofrece la vida, pero siempre recordará su viaje en el tiempo como uno de los mejores recuerdos de su vida.

Y colorín colorado este cuento se ha acabado.
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