La Leoncita y el Día en la Escuela. Érase una vez una leoncita llamada Lara que se estaba preparando para su primer día de clases en la escuela. Estaba emocionada, pero también un poco nerviosa, ya que no sabía qué esperar.
Lara se levantó temprano esa mañana y se vistió con su uniforme escolar. Luego, sus padres la llevaron a la escuela y la ayudaron a encontrar su salón de clases.
Cuando Lara entró en su salón, se dio cuenta de que todos los demás animales eran diferentes a ella. Había un zorro astuto, un elefante grande y un conejito pequeño, entre otros. Lara se sintió incómoda al principio, pero luego recordó lo que su mamá le había dicho: «Todos somos diferentes, pero eso es lo que nos hace especiales».
Con esta idea en mente, Lara decidió simplemente ser ella misma. Empezó a hablar con sus compañeros de clase y pronto se hizo amiga de un búho sabio llamado Oscar, que se sentaba a su lado.
La maestra de la clase, la señora Tortuga, se presentó y les dio la bienvenida a sus nuevos estudiantes. Después, ella comenzó la lección del día. Lara prestó mucha atención y se dio cuenta de que, aunque era su primer día en la escuela, ya había mucho por aprender.
Mientras la clase continuaba, Lara tomaba notas en su cuaderno y hacía preguntas cuando no entendía algo. La señora Tortuga se dio cuenta de lo dedicada que era Lara y sonrió para sí misma.
Después del recreo, la clase comenzó a hablar sobre el proyecto que tendrían que hacer al final de la semana. La tarea era crear un dibujo que representara lo que sería un mundo perfecto para ellos. Los animales se pusieron a trabajar de inmediato, pero Lara no sabía qué dibujar.
Se sentó en su pupitre pensando en qué podría representar un mundo perfecto para una leoncita como ella. Se quedó mirando por la ventana y vio cómo un grupo de niños jugaba fútbol. Se le ocurrió que su mundo perfecto estaría lleno de aventuras y oportunidades para conocer y hacer amigos nuevos.
Lara rápidamente comenzó a dibujar en su papel todas las cosas que quería en su mundo perfecto. Había una selva frondosa con ríos cristalinos, donde vivían diferentes animales, como los que tenía en su salón de clases, y muchos árboles frutales de los que se alimentaban. También había un gran campo para jugar fútbol y practicar deportes con sus amigos.
Finalmente, Lara terminó su dibujo y lo mostró a la señora Tortuga, que se sorprendió por el detallado y hermoso dibujo de la leoncita. La maestra luego les pidió a los estudiantes que se levantaran y presentaran sus dibujos al grupo.
Lara estaba nerviosa al principio, pero cuando empezó a hablar sobre su dibujo, su voz fue ganando fuerza y seguridad. Explicó por qué había elegido cada elemento que había dibujado y terminó su presentación con una sonrisa.
Después de presentar todos los dibujos, la señora Tortuga anunció que iba a colgar todas las imágenes en la pared de la clase para que todos pudieran verlas. Lara se sintió orgulloso de su trabajo y de haber colaborado en equipo con sus nuevos amigos.
Al final del día, cuando todos los estudiantes se estaban preparando para irse a casa, la señora Tortuga felicitó a todos los estudiantes por su trabajo en el proyecto y les agradeció por un maravilloso primer día de clases.
Lara estaba emocionada por regresar al día siguiente y descubrir todo lo que la escuela tenía por ofrecer. Pero mientras caminaba a casa con sus padres, se dio cuenta de algo importante: había hecho nuevos amigos y había aprendido algo nuevo, incluso en su primer día. Y eso para ella ya era una gran victoria.
A partir de ese momento, Lara supo que esta sería una aventura emocionante y llena de desafíos, y estaba lista para abrazarlos todos. Se despidió de sus padres y se acostó en su cama, deseosa de dormir para que pudiera despertar y comenzar un nuevo día en la escuela.