La lechera y la olla de leche

Tiempo de lectura: 4 minutos

La lechera y la olla de leche
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La lechera y la olla de leche. Érase una vez una lechera llamada María. Todos los días, muy temprano, caminaba desde su casa hasta la granja donde tenía su vaca. La ordeñaba y recogía la leche en su gran cubo de metal. Luego, con la cabeza llena de pensamientos y la mirada fija en el camino, comenzaba su regreso a casa para entregar la leche a los vecinos del pueblo.

Un día, mientras caminaba con su cubo de leche en la cabeza, comenzó a fantasear con la idea de hacer queso. “Si utilizo toda esta leche para hacer queso, podré vender más y ganar más dinero para comprar una casa nueva y bonita”, se decía María.

Así que continuó caminando, pensando en cómo haría el queso y lo bonito que quedaría su nueva casa. Pero, de repente, tropezó con una piedra y el cubo de leche se derramó completamente en el suelo.

María lloró y gritó, ya que todo su esfuerzo y trabajo se habían perdido. Se quedó lamentándose allí, en la calle, cuando una pequeña niña del mismo pueblo se acercó.

“¿Qué ha pasado, María? ¿Por qué lloras?” preguntó la niña con preocupación.

María se quejó y le explicó todo lo que había sucedido. La niña la abrazó y le dijo: “No te preocupes, María, seguro que mañana tendrás una nueva oportunidad”.

Y así fue, al día siguiente, fue a ordeñar de nuevo a la vaca, y en vez de pensar en hacer queso con la leche, se concentró en venderla. Con la cabeza llena de energía y pensamientos positivos, comenzó su camino hacia el pueblo.

Subió por una colina y se topó con una olla de leche que estaba sobre un fuego. La mujer que la estaba cocinando se había ido momentáneamente.

María, en su afán por preguntar si el vecino quería leche, no prestó atención a su entorno y sin querer, chocó con la olla y la leche se derramó en el fuego. La olla se calentó tanto que acabó por romperse, el fuego se extendió y el hogar se incendió.

La mujer llegó al rato y al ver todo lo que había pasado le reclamó a María. Pero María no sabía cómo disculparse y crear un puente entre ambas.

La niña que la había consolado el día anterior, estaba pasando por ahí y vio todo lo que estaba sucediendo.

La niña se acercó a ellas y les dijo: “No luchemos por lo que pasó sin tener una solución. ¿Qué podemos hacer juntas para resolver este problema?”

María y la mujer se miraron y se dieron cuenta de que la niña tenía razón. Entonces, trabajaron juntas para apagar el fuego y reparar el daño. Al finalizar, las tres se abrazaron y sintieron una gran satisfacción al haber trabajado juntas.

En ese momento, María comprendió que el trabajo en equipo y la empatía eran las cosas más importantes en la vida.

Desde entonces, ella siempre recordó que no debía fantasear demasiado y pensar en su trabajo y en el bienestar de los demás.

Tiempo después, Maria logró comprar su anhelada casa pero esta no era tan bonita como esperaba. Sin embargo, el esfuerzo que puso para comprarla, siempre recordó que lo importante no era el aspecto de las cosas, sino el camino que los llevo hacía ellas.

Y la pequeña niña siempre fue conocida como la niña sabía que puede ayudar a los demás y trabajar en equipo.

Desde entonces, cuando alguien se sentía triste, la pequeña niña se acercaba a ellos y les preguntaba qué podía hacer para ayudar. Y, de esta manera, ella también aprendió el valor de la empatía.

FIN.

Y colorín colorado este cuento se ha acabado.
La lechera y la olla de leche
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