La Hada del Misterio

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La Hada del Misterio
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La Hada del Misterio. Érase una vez en un reino mágico, en el que las hadas y los seres encantados vivían en armonía y paz. Sin embargo, había una hada en particular que no encajaba en los estándares de belleza y pureza que la sociedad mágica imponía. La Hada del Misterio, como se le conocía, era diferente a las demás hadas, su aspecto físico era oscuro, y su magia estaba envuelta en un velo de incertidumbre y misterio. Todo lo que la rodeaba parecía tener un aspecto sombrío y algo alrededor de ella generaba un sentimiento de intriga y curiosidad.

A pesar de que las demás hadas preferían mantenerse alejadas de ella, la Hada del Misterio no dejaba de sentir una profunda conexión con el mundo mágico, y se desempeñaba como una guardiana de los secretos más grandes y profundos que se escondían dentro del bosque encantado. Cada vez que algún ser encantado necesitaba ayuda, la Hada del Misterio siempre estaba allí, ofreciendo su consejo y guía. Sin embargo, a pesar de todo lo que hacía por los demás, nadie la entendía realmente, y ella se sentía sola y aislada en su trabajo.

Un día, mientras caminaba por el bosque, la Hada del Misterio se encontró con una pequeña criatura que nunca había visto antes. Era una especie de muñeca hecha de madera, con ojos de vidrio y una sonrisa grande y acogedora en el rostro. La criatura parecía estar esperando algo, y la Hada del Misterio sintió que debía averiguar qué era.

«¿Qué haces aquí solita pequeña?», le preguntó la Hada del Misterio al muñeco.

«No estoy sola.», respondió la muñeca con su voz melódica. «Espero a alguien que me lleve a un lugar especial.»

La Hada del Misterio suspiró. «A veces es difícil encontrar el lugar correcto. Yo también he buscado por mucho tiempo el mío.»

«¿Y cuál es tu lugar?», preguntó la muñeca.

«Mi lugar es estar sola, rodeada por la misteriosa y sagrada energía del bosque». Dijo la Hada del Misterio.

La muñeca sonrió y pareció entender. «Ah, entonces somos iguales. Yo también encuentro belleza en la soledad».

La Hada del Misterio se sintió conectada con la muñeca, y juntas caminaron hacia el lugar donde la muñeca estaba siendo esperada.

Los esperaba una casa pequeña, hecha de ramas y hojas, y adornada con flores y plumas. Una mujer mayor estaba sentada alrededor de una hoguera y cozía un pan. La mujer saludó a la Hada con una sonrisa cariñosa y la invitó a tomar asiento junto a ella.

«Sé que eres la Hada del Misterio», dijo la mujer mientras servía una taza de ron para cada una. «Nadie sabe tantos secretos como tú».

La Hada del Misterio se encogió de hombros. «No es algo intencional, es solo que siempre he sido muy observadora».

La mujer sonrió. «Bueno, eso es lo que necesito: alguien que sea observador y que siempre esté atento. Tengo un problema que solo tú puedes resolver».

La Hada del Misterio se sentó en el suelo, rodeada de las llamas, y escuchó con atención. La mujer quería que la ayudara a encontrar el cristal de la luna que había perdido en la última luna llena. Este cristal era importante para la mujer, pues era una herencia de su familia y tenía incrustado el mayor de los misterios.

La Hada del Misterio aceptó ayudarla, y juntas emprendieron la búsqueda del cristal perdido. A medida que caminaban por el bosque, el muñeco se unió a ellas y juntos compartieron historias y secretos.

Finalmente, después de buscar por todo el bosque encantado, la Hada del Misterio encontró el cristal de la luna perdido. La mujer estaba infinitamente agradecida y le ofreció una recompensa. La Hada del Misterio aceptó, pero le pidió a cambio la amistad y la compañía de la muñeca. La mujer acordó, y así comenzó una nueva amistad.

Después de ese día, la Hada del Misterio nunca se sintió sola otra vez. Con la muñeca y su nueva amiga, la mujer, se reunió en la casa del árbol para compartir historias, desvelar leyendas, y descubrir misterios. La Hada del Misterio estaba feliz de tener amigos que la entendían y que apreciaban sus misteriosas maneras.

A medida que pasaba el tiempo, la Hada del Misterio se dio cuenta de que a pesar de sus diferencias y su singularidad, había descubierto que siempre había un lugar en el que encajaría y que era valorada por los demás. Y se dio cuenta de que el valor no estaba en ser igual a los demás, sino en ser fiel a uno mismo.

El muñeco de madera, la mujer y la Hada del Misterio siguieron explorando los misterios del bosque encantado juntos, aprendiendo más cada día, y encontrando su lugar especial en el mundo mágico. Y la Hada del Misterio sonreía cada vez que recordaba que había encontrado su lugar en el mundo, rodeada de amigos que la amaban y la admiraban.

Y colorín colorado este cuento se ha acabado.
La Hada del Misterio
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