La gran carrera de los ositos en la montaña. Érase una vez en una montaña muy lejana vivían muchos ositos muy alegres y juguetones. Siempre estaban correteando y saltando entre los árboles, jugueteando con las abejas y recolectando miel. Pero un día, un osito llamado Bobby tuvo una gran idea.
«¡Hagamos una carrera en la montaña! Será divertido ver quién es el más rápido», dijo Bobby.
Todos los ositos se emocionaron al escuchar la idea, y comenzaron a prepararse para la gran carrera. El día de la carrera, todos los ositos se reunieron en la cima de la montaña, temblando de emoción.
«¡Listos, preparados, ya!», gritó el árbitro, y los ositos salieron corriendo por la montaña.
El primer tramo de la carrera fue fácil y los ositos se sentían confiados. Los árboles los animaban a seguir adelante y los pajaritos les cantaban canciones. Pero, pronto comenzaron las dificultades.
La montaña era empinada y los ositos tuvieron que saltar sobre las rocas y esquivar las ramas. Algunos ositos se quedaron atrás, cansados y desanimados. Pero otros, como Bobby, perseveraron y continuaron luchando.
Finalmente, después de horas de correr y saltar, se acercaron al final de la carrera. El último obstáculo era un río muy ancho y peligroso, con rocas puntiagudas asomando bajo la superficie. Los ositos estaban exhaustos y asustados, pero también emocionados de enfrentar el desafío final.
Bobby llegó primero al río y decidió cruzarlo nadando. Los demás ositos estaban preocupados e inseguros, pero Bobby les animó. «¡Vamos! ¡Podemos hacerlo! ¡Juntos lo conseguiremos!»
Y así, uno por uno, los ositos comenzaron a cruzar el río. Al principio les costó trabajo, pero poco a poco comenzaron a ganar confianza y a nadar mejor. Finalmente, todos llegaron al otro lado del río sano y salvo.
La multitud los recibió con vítores y aplausos, y los ositos se abrazaron, felices y orgullosos de haber completado la gran carrera. Bobby, el osito más perseverante y valiente, fue coronado como el ganador de la carrera.
Desde ese día, los ositos continuaron viviendo sus vidas felices y llenas de aventuras en la montaña. Pero siempre se recordaron de la gran carrera, y las lecciones de perseverancia y trabajo en equipo que habían aprendido.
Y así, la montaña reverberaba con risas y juegos, y los ositos continuaron disfrutando de una vida llena de felicidad y alegría, sabiendo que siempre podrían enfrentar los desafíos juntos.