La fuente mágica de los caballos

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La fuente mágica de los caballos
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La fuente mágica de los caballos. Había una vez una fuente mágica que se encontraba en lo más profundo del bosque. Esta fuente tenía un poder especial, el cual se decía que podía curar a cualquier criatura con solo tocar su agua.

La leyenda decía que había un grupo de caballos salvajes que vivían cerca de la fuente mágica. Estos caballos eran diferentes a los demás, tenían una belleza única y una fuerza descomunal. Se decía que la razón de su fuerza era porque bebían del agua de la fuente mágica todos los días.

Un día, un joven llamado Santiago decidió aventurarse en el bosque en busca de la fuente mágica. Él había oído hablar de los caballos salvajes y quería verlos con sus propios ojos. Santiago era un apasionado de los animales, especialmente de los caballos, y había estudiado todo sobre ellos.

Cuando llegó al bosque, caminó durante horas, siguiendo un sendero oculto que le habían mencionado. A medida que se adentraba en el bosque, la vegetación se hacía más densa y los sonidos de los animales se intensificaban.

Finalmente, después de un largo camino, llegó al claro del bosque donde se encontraba la fuente mágica. No podía creer lo que estaba viendo, una fuente de agua cristalina que emitía un brillo dorado que iluminaba todo el lugar.

De repente escuchó un sonido lejano, se volvió y vio una manada de caballos salvajes corriendo hacia él a gran velocidad. Él estaba asustado al principio, pero cuando los caballos llegaron a su alrededor, se dio cuenta de que eran animales hermosos y majestuosos.

Santiago se quedó allí, simplemente observándolos, admirando su belleza. Y entonces notó que los caballos bebían del agua de la fuente mágica, y entendió el por qué eran tan especiales. Comprendió que el agua de la fuente les daba una fuerza y energía sobrenaturales.

De repente, la paz del lugar fue interrumpida por un ruido en la distancia. Era el sonido de unos cazadores que se acercaban. Santiago sabía lo peligrosos que eran los cazadores, y se preocupó por la seguridad de los caballos salvajes.

Miró a su alrededor y encontró el escondite perfecto, un pequeño arbusto detrás del cual podría observar a los cazadores y a los caballos sin ser visto.

Observó con atención que los cazadores estaban armados con rifles, y habían traído a unos perros especialmente entrenados para cazar caballos. Santiago sabía que la única opción para salvar a los caballos era asustar a los cazadores.

Pero, ¿cómo asustarlos? Se dirigió a la fuente mágica y le pidió una solución. De repente, sintió una fuerza sobrenatural que lo impulsó a tomar una decisión. Corrió hacia los cazadores, tomando una rama de un árbol y la agitó con fuerza.

Los cazadores se asustaron por el repentino ataque y arrojaron sus rifles. Los perros que los acompañaban huyeron despavoridos. Los caballos salvajes, por otro lado, se detuvieron en seco cuando se dieron cuenta de que Santiago había logrado asustar a los cazadores. Lo miraron fijamente, como si supieran que él era su salvador.

La manada de caballos salvajes empezó a galopar en círculos alrededor de Santiago, como si estuvieran agradecidos por haberles salvado la vida. Él entendió que había hecho lo correcto al protegerlos, y se sintió afortunado de haber encontrado la fuente mágica y los caballos salvajes.

Cuando regresó a casa, Santiago hizo todo lo posible por encontrar un lugar donde los caballos pudieran vivir libres y seguros. Él quería asegurarse de que nadie los cazara nunca más.

Finalmente, encontró una extensión de tierra en la que los caballos podrían vivir en libertad y sin miedo. Y así, los trasladó allí, cerca de la fuente mágica. Ahora, los caballos salvajes bebían agua de la fuente todos los días y se volvían más fuertes y hermosos. Además, vivían en paz y seguridad, sabiendo que estaban protegidos gracias al valiente acto de Santiago.

Así fue como Santiago se convirtió en el protector de los caballos salvajes que bebían del agua de la fuente mágica. Su amor y compromiso por ellos nunca disminuyó, y siempre se aseguró de que estuvieran seguros y felices. Y aunque la fuente mágica siempre seguirá siendo un misterio para él, estará siempre agradecido por lo que le dio.

Y colorín colorado este cuento se ha acabado.
La fuente mágica de los caballos
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