La fiesta del unicornio en la playa

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La fiesta del unicornio en la playa
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La fiesta del unicornio en la playa. Érase una vez en una lejana playa de aguas cristalinas, se celebraba la fiesta del unicornio. La gente enloquecía con tal acontecimiento ya que este era el evento más importante del año. La temática de la fiesta era la fantasía donde las personas se vestían de unicornios, sirenas y criaturas mitológicas. La playa estaba llena de colores y alegría, música y baile. El sol radiante y el sonido de las olas del mar acompañaba a la fiesta.

Lucía, una joven de diecinueve años, estaba emocionada por esta celebración. Era su primera vez y quería que todo fuera perfecto. Lucía se había comprado un traje de unicornio blanco con purpurina y una peluca larga de arcoiris. Había pasado horas arreglándose el maquillaje y los accesorios. Caminaba por la playa asombrada por el ambiente que se respiraba. De repente, se topó con una pareja de ancianos, restregando una lámpara verde, la cual comenzó a humear y emitir léxico extraño. Lucía no podía creer lo que estaba sucediendo. Los ancianos le pidieron ayuda y le confiaron que encontraría en la playa el gran tesoro del unicornio.

Sin pensarlo se aventuró a buscar el tesoro del que tanto hablaban. Corrió por la arena, saltó las olas y escaló las rocas en busca del tesoro. Como por arte de magia, un arcoíris se mostró en el cielo y la guió hacia una cueva secreta. Lucía ingresó, admirando el brillo de la cueva, cuando de repente se encontró con una puerta de plata. La puerta estaba cerrada pero justo en ese instante la llave apareció frente a ella. Lucía la tomó y abrió la puerta con mucha emoción.

Adentro, había un unicornio blanco, un ser mágico y soñador. Lucía se sorprendió al ver al unicornio, y este con su voz dulce y sutil habló con ella. «Hola, soy Galopín, el último unicornio de la playa, y veo que has venido buscando algo especial». Lucía respondió: «Sí, he venido en busca del tesoro del unicornio». Galopín asintió con la cabeza y comenzó a guiarla en su búsqueda.

Galopín llevó a Lucía a través de un laberinto de túneles y pasillos iluminados por velas. Lucía estaba anonadada por la belleza del lugar, nunca antes había visto algo así. Finalmente llegaron a una sala principal con una caja misteriosa. Galopín detalló que era la caja del tesoro del unicornio, y que solo podía ser abierta por una persona con un corazón puro. Lucía entendió el mensaje y se acercó a la caja. Extendió la mano y la caja se abrió. Adentro habían montones de joyas y diamantes, pero lo que metió en asombro a Lucía fueron los pergaminos que había en el fondo de la caja.

Galopín le permitió leer el primer pergaminos que hablaba sobre un secreto bien custodiado. Desde hace miles de años en las playas donde el mar era más cristalino, un grupo de sirenas custodiaba y, junto con el último unicornio de la playa, protegían una joya maravillosa que podía ofrecer a las playas la bendición de la Tierra. La historia continuaba contando que, cuando el mar estaba en equilibrio y las criaturas lo «cantaban», esta piedra maravillosa brillaba fuerte, convirtiéndose en cura de todos los males, de todos los problemas que aquejaban al ser humano. Si la joya se perdía, todas las playas del mundo estarían amenazadas de evaporación y todos los lugares bellos y disfrutables se transformarían en sombríos pantanos.

Lucía, que había escuchado la historia con sumo cuidado, en ese momento entendió que debía dar un paso hacia la protección de la Tierra. Sabía que debía mantener la joya a salvo.

Con el permiso de Galopín, Lucía tomó la joya y prometió cuidarla con su vida. El unicornio, asintiendo con la cabeza, le dijo: «Nunca pierdas la fe y sigue protegiendo la Tierra, la joya será tu guía». Lucía prometió nunca olvidar las palabras del último unicornio de la playa.

Lucía regresó con el tesoro del unicornio. La gente de la playa estaba confundida cuando vio a Lucía salir de la cueva con una caja en las manos. Pero cuando la abrió, todos se sorprendieron con el brillo y la belleza de las joyas. Lucía contó su aventura y todos escucharon atentos, admirados y agradecidos. Esta historia se volvió parte de la leyenda de la fiesta del unicornio y la gente nunca dejó de creer en la magia y en la protección de la Tierra.

Desde entonces, Lucía se convirtió en la protectora de la joya del equilibrio. Viajaba por las playas, mostrando la joya a las personas y educando sobre la importancia de cuidar la naturaleza. La gente comenzó a escucharla y a unirse a su causa, y así se celebra cada año la fiesta del unicornio, no solo para entretenerse, sino para aprender a cuidar el planeta.

La fiesta del unicornio se convirtió en algo más que una simple celebración, se convirtió en un compromiso hacia el medio ambiente y hacia una vida mejor. Gracias a Lucía y a Galopín, la gente aprendió a cuidar la magia que estaba alrededor de cada ser vivo y del planeta en sí. Y así, la playa donde habitaba el último unicornio, se convirtió en un lugar de respeto y bienestar.

Y colorín colorado este cuento se ha acabado.
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