La estrella del unicornio brillante. Érase una vez, en el reino de los unicornios, una estrella brillante que se encontraba en el cielo. La estrella tenía una luz tan fuerte y vibrante que cualquier unicornio que la viera se quedaba maravillado.
Un día, un joven unicornio llamado Rubén decidió que quería encontrar la estrella del unicornio brillante. Lo había escuchado tanto de su manada que quería verla con sus propios ojos. Así que, en una noche oscura, cuando la luna estaba en su punto más bajo, Rubén se aventuró a salir del bosque.
La noche era fría, y el viento soplaba fuerte, poniendo a prueba la capacidad de Rubén para mantenerse en el camino. Pero él sabía que tenía que persistir, sin importar cuán difícil la tarea se volviera.
Después de varias horas, Rubén finalmente llegó al campo abierto donde se encontraba la estrella del unicornio brillante. La estrella era más espectacular de lo que cualquier unicornio pudo haberla descrito. La luz brillante iluminaba el campo, y la estrella parecía estar más cerca de lo que Rubén había imaginado.
Rubén se enamoró inmediatamente del resplandor de la estrella. Pero también se sintió intimidado por su esplendor. Decidió alejarse unos pasos, simplemente para contemplar la belleza de la estrella del unicornio brillante.
Mientras seguía retrocediendo para tener una mejor vista, Rubén no se percató de la gran roca en su camino. Tropezó y cayó, lastimándose una de sus patas.
Rubén se levantó, sintiéndose desconsolado. ¿Cómo iba a volver a su hogar si no podía caminar? ¿Cómo iba a pasar la noche en el campo, solo y herido?
De repente, se escuchó un susurro. Era la voz de la estrella del unicornio brillante. «No te preocupes, pequeño unicornio,» susurró la estrella. «Haz esfuerzos para sanar tu herida. Verás que lo lograrás».
Rubén se sorprendió al encontrar que la estrella podía hablar. Miró hacia arriba y vio que la estrella estaba sonriendo hacia él.
«¿Cómo sé si puedo sanar?» preguntó Rubén, algo desconcertado.
La estrella del unicornio brillante respondió: «Tú puedes, si crees en ti mismo y te esfuerzas. Los unicornios tienen un espíritu fuerte y resistente. Y puede ayudar mucho tener otros unicornios en los que confiar».
Rubén pensó en sus amigos y familiares. Sabía que confiaba en ellos, especialmente en su madre. Se dio cuenta de que estaba solo y con miedo en ese momento, pero no lo estaría por siempre.
Siguiendo los consejos de la estrella, Rubén comenzó a hacer ejercicios para sanar su herida. Mientras trabajaba, la estrella del unicornio brillante lo animaba. «¡Bien hecho!» exclamaba. «¡Sigue adelante! No te rindas».
Las palabras de la estrella del unicornio brillante fueron muy valiosas para Rubén. Le ayudaron a combatir la soledad, y trabajar con la esperanza de que todo saldría bien.
Finalmente, después de varios días, Rubén se recuperó. Fue un logro difícil, pero se sintió orgulloso de sí mismo por haberlo logrado. Miró hacia arriba a la estrella del unicornio brillante, agradecido por su aliento y paciencia.
La estrella del unicornio brillante sonrió hacia él una vez más y le dijo: «Siempre recuerda que eres valiente y fuerte. No dejes que nada te detenga. Y siempre hay alguien que puede ayudarte si se lo pides».
Rubén asintió con la cabeza, agradecido de nuevo. Se dio cuenta de que los unicornios están realmente conectados con su entorno natural. La estrella del unicornio brillante era, de hecho, una guía sabia. Y de hecho, la lección más valiosa que aprendió Rubén era que la ayuda puede provenir de donde menos esperemos. Pero lo esencial es la actitud de perseverancia y creer en uno mismo. Fin.