La cura del unicornio enfermo

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La cura del unicornio enfermo
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La cura del unicornio enfermo. Érase una vez un hermoso y majestuoso unicornio que se enfermó gravemente. Él era un ser mágico que bebía agua cristalina y comía flores de colores brillantes. Pero un día, el unicornio comenzó a sentirse triste y débil, y su hermosa piel comenzó a perder brillo. Sus amigos animales no sabían qué hacer para ayudarlo.

Entonces, un día, un joven niño llamado Santiago pasaba por el bosque y notó al unicornio enfermo. Se acercó con delicadeza y lo tocó con su mano suave. El unicornio sintió el amor y el cuidado de Santiago y sus fuerzas comenzaron a regresar.

Santiago sabía que tenía que ayudar al unicornio y se acercó al sabio del pueblo para pedirle consejo. El sabio le contó a Santiago que la única cura para la enfermedad del unicornio era una flor mágica que crecía en la cima de la montaña más alta del bosque.

Santiago se puso en marcha, sabía que no sería una tarea fácil, pero su corazón estaba lleno de esperanza. Cuando llegó a la montaña, comenzó a escalarla cuidadosamente, escalón por escalón, y finalmente llegó a la cima. Allí vio una flor radiante del color del arco iris.

Sin embargo, cuando se acercó para recogerla, una voz misteriosa desde detrás de él lo detuvo. «¿Por qué quieres la flor?», preguntó la voz con sabiduría. Santiago explicó que era para curar al unicornio enfermo, pero la voz le advirtió que la flor tenía un alto precio. Santiago se preguntó qué podía costar más que la vida del unicornio.

La voz le reveló que la flor que buscaba era la fuente de la magia del bosque, y que sin ella, el equilibrio de la naturaleza se desvanecería. «No puedes tomar esta flor sin pagar el precio», dijo la voz con seriedad.

Santiago le preguntó cuál era el precio, y la voz le respondió que la flor aceptaría el corazón de alguien que amaba como pago. Santiago se sorprendió y se preguntó cómo podía ofrecer su propio corazón. Entonces, recordó al unicornio y al amor que había sentido por él desde el momento que lo vio.

Sabiendo que su corazón sería el precio, Santiago tomó la flor y comenzó a correr hacia el bosque tan rápido como pudo. Cuando se acercó al lugar donde estaba el unicornio, sintió el dolor en su pecho. Pero sus pensamientos no estaban en su propio dolor, sino en la felicidad del unicornio.

Santiago dio la flor a los amigos animales del unicornio, quienes la convirtieron en polvo y la esparcieron por todo su cuerpo. Al instante, el unicornio comenzó a recuperarse y sus hermanos animales comenzaron a cantar y a bailar a su alrededor.

Sin embargo, Santiago notó que su pecho aún dolía, y notando el sacrificio que había hecho, los animales de la selva se acercaron a él con cuidado. De repente, el corazón de Santiago comenzó a brillar y una luz cálida y mágica lo rodeó. En un instante, el unicornio recuperó todas sus fuerzas y Santiago se sintió ligero. Todos los animales se reunieron a su alrededor y lo rodearon con amor y alegría.

Santiago se sintió en la cima del mundo, pues nunca había experimentado un amor tan puro y verdadero. El unicornio lo miró con sus brillantes ojos dorados y se acercó a él, tocándolo con su cuerno mágico. De repente, una corriente eléctrica recorrió el cuerpo de Santiago, y sintió que su corazón se llenaba de magia y luz.

Santiago se dio cuenta de que su corazón había sido curado gracias al amor que había sentido por el unicornio enfermo, ese amor puro y sincero que no pedía nada a cambio. Entonces, los animales de la selva se reunieron alrededor de Santiago y comenzaron a cantar y a bailar, celebrando su amor generoso y desinteresado.

El unicornio y Santiago se miraron por última vez, y en un instante mágico, se transformó en un hermoso arco iris, llenando el aire con la belleza y el amor. Santiago, las lágrimas de felicidad corriendo por sus mejillas, comprendió que en la vida solo hay una cosa que nos llena verdaderamente, y es el amor puro, sincero y generoso.

Desde ese día, Santiago se convirtió en el protector de la selva y siempre recordó a su amigo, el unicornio enfermo. Además, siempre llevaba un pedacito de corazón mágico y un pedazo de amor en su pecho, en su corazón.

Y colorín colorado este cuento se ha acabado.
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