La conejita y la carrera de barcos

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La conejita y la carrera de barcos
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La conejita y la carrera de barcos. Érase una vez en una pradera tranquila, vivía una conejita muy intrépida y aventurera llamada Lila. A Lila le gustaba jugar con sus amigos del bosque, y un día se les ocurrió organizar una carrera de barcos en el arroyo cercano.

Lila, gritando emocionada, dijo: «¡Yo quiero participar en la carrera de barcos!».

Pero sus amigos se rieron de ella y le dijeron: «¿Cómo vas a participar en la carrera de barcos si no sabes nadar?».

Lila estaba triste e incómoda, pero no quería dejar que sus amigos se burlaran de ella. De hecho, esto la hizo más determinada a participar en la carrera.

Un día, Lila vio un barquito de madera en el bosque y pensó que sería perfecto para la carrera. Decidió pedirle ayuda a su amigo mapache, que era habilidoso y se ocupaba de reparar todo lo que se rompía en el bosque.

«Mapache, por favor, ¿podrías ayudarme a arreglar este barquito?», preguntó Lila tímidamente.

Mapache sonrió y respondió: «Por supuesto amiga, nosotros lo haremos juntos. Primero, voy a lijarte las maderas afiladas del barco para que no te lastimes».

Lila se sintió feliz y segura sabiendo que contaba con la ayuda de su amigo.

Después, Mapache enseñó a Lila cómo hacer remos cortos para manejar el barco. «Mira, Lila – dijo – con estos remos puedes controlar la dirección del barco y evitar chocar con algún obstáculo en el río».

Lila practicó durante varios días con los remos y aprendió a navegar con mucho cuidado. También, buena amiga como era, les enseñó a sus compañeros del bosque cómo hacer remos para sus propios barcos.

Finalmente, llegó el gran día de la carrera de barcos. Muchos animales del bosque acudieron para ver la carrera y animar a sus amigos.

Lila estaba emocionada y un poco nerviosa al mismo tiempo. Miró el río y se concentró en la meta. Se acercó a su barquito y lo puso en el agua con cuidado mientras sostuvo en sus manos los pequeños remos que ella misma había hecho.

Uno a uno, empezaron a lanzarse los barcos al agua y se inició la carrera.

Lila dio un impulso poco potente al barco, para no atropellar a sus amigos del bosque. Pero notó que algunos de sus rivales se movían mucho más rápido que ella. Uno de ellos, una ardilla de pulgar verde que observaba su lento barco, empezó a reírse pesadamente de ella.

Lila no se quiso atemorizar, entendió que debía esforzarse un poco más para ganar. Así, comenzó a remar un poco más fuerte y a dirigir su barco en la dirección correcta.

Pronto, alcanzó y sobrepasó a varios de sus rivales. Y cada vez que pasaba al lado de otros participantes, se ponía a animarlos, subiéndoles la motivación.

Finalmente, llegó a la meta en primera posición. Su tiempo era mucho mejor de lo que había imaginado.

Todos los animales estaban sorprendidos, no podían creer que una conejita como Lila hubiera ganado.

Pero Lila también estaba sorprendida de sí misma. Se dio cuenta de que con una buena dosis de optimismo, determinación y confianza, pudo enfrentar su miedo y lograr lo que se propuso.

Desde entonces, Lila nunca más permitió que nadie la tratara con conmiseración. Y en la siguiente carrera, sus amigos del bosque no sólo la dejaron participar, sino que la ayudaron a prepararse para ganar.

De esta manera, Lila se convirtió en la campeona de la carrera de barcos, y en una amiga muy querida en el bosque.

Y así se demostró que el tamaño no importa cuando se tiene una gran valentía, perseverancia y amor para con los demás.

Y colorín colorado este cuento se ha acabado.
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