La conejita y el río de los sueños

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La conejita y el río de los sueños
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La conejita y el río de los sueños. Érase una vez una pequeña conejita que vivía en un lugar encantado. Siempre había sido una conejita muy curiosa y aventurera, y siempre buscaba cosas nuevas que hacer y lugares nuevos para explorar.

Un día, mientras recorría el bosque, la conejita escuchó un rumor sobre un río mágico que existía en algún lugar detrás de las montañas. El río, decían, era conocido como el «río de los sueños» y se decía que tenía el poder de llevar a quien lo atravesara a la tierra de los sueños, donde sus deseos más profundos se harían realidad.

La conejita no podía resistirse a una aventura tan emocionante, así que decidió emprender un viaje para encontrar el río de los sueños. Tomó su mochila, empacó algunas zanahorias y se puso en marcha. No tenía idea de lo que encontraría, pero estaba emocionada de descubrirlo.

Después de caminar durante algún tiempo, la conejita finalmente llegó a las montañas. Era un lugar hermoso, lleno de flores y árboles frondosos. Sin embargo, también era un lugar peligroso, lleno de rocas y pendientes peligrosas. La conejita no se rindió. Continuó subiendo la montaña con determinación, recordando siempre su objetivo final: encontrar el río de los sueños.

Finalmente, después de mucho esfuerzo, la conejita llegó a la cima de la montaña. Y allí, debajo de ella, vio un hermoso río que fluía suavemente. Sabía que este debía ser el río mágico que había estado buscando. La conejita no perdió tiempo y comenzó a bajar por la pendiente para llegar al río.

Cuando llegó al río, se detuvo unos momentos para mirar su agua cristalina. Por un momento, la conejita consideró si debería aventurarse en el agua o no. Después de todo, era un río mágico y había oído que los ríos mágicos eran peligrosos para los animales. Pero su curiosidad la dominó y decidió intentarlo.

Entonces, cerró los ojos y saltó. Pero a medida que caía en el agua, la conejita se dio cuenta de que flotaba, como por arte de magia. No se hundió, sino que se mantuvo a flote, rodando con la corriente. La conejita no podía creerlo, ¡estaba flotando sobre el río mágico!

Y lo que vino después fue aún más sorprendente. A medida que la conejita flotaba, comenzaron a suceder cosas extrañas a lo largo del río. Pequeñas islas aparecían y desaparecían, árboles gigantescos florecían y brotaban, y los animales que veía eran diferentes a cualquier otro animal que la conejita había visto antes. Pero incluso más sorprendente que eso, era que la conejita se dio cuenta de que podía controlar todo lo que sucedía a lo largo del río simplemente pensando en ello.

La conejita estaba asombrada y emocionada de tener tanto poder sobre su entorno. Pronto pensó en cosas agradables y bonitas por el río, y al instante nacieron cosas hermosas a su alrededor. Pero incluso en este mundo mágico y encantado, la conejita sabía que no podía quedarse para siempre. Sabía que eventualmente tendría que volver a casa.

Así que la conejita decidió hacer un último deseo antes de irse.

«Deseo volver a casa con mi familia y amigos, pero también deseo que todos los animales del mundo, de todos los bosques y todas las montañas, tengan la oportunidad de flotar en este maravilloso río mágico, para que también puedan experimentar lo que acabo de experimentar hoy».

Y con eso, la conejita se fue, flotando por el río, hacia su hogar y sus seres queridos.

Mientras la conejita flotaba por el río, vió a animales de todas las formas y tamaños acercarse al borde del río. Y uno por uno, uno tras otro, cada animal saltaba al río y comenzaba a flotar, embargado por la magia del río de los sueños.

Y así, la conejita había hecho su último deseo realidad. Había compartido este mundo mágico con el resto del mundo animal. Ella siempre recordaría aquel día y llevaría consigo la sensación de paz y felicidad que experimentó al flotar sobre el río de los sueños. Pero más que eso, sabía que había dejado una marca de magia en el mundo, recordando a todos que, mientras la magia y la aventura estén detrás de cada esquina, siempre hay deseos por conceder y sueños por cumplir, esperando ser realizados y vividos.

Y colorín colorado este cuento se ha acabado.
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