La conejita y el mago de la montaña. Érase una vez en una montaña mágica vivía una conejita llamada Canela. Canela era muy curiosa y aventurera, deseaba conocer cada rincón de la montaña. Todos los días, se levantaba muy temprano para explorar, una de las cosas que más le gustaba hacer, era recolectar frutos y bayas para hacer ricos postres en su cueva.
Un día, mientras caminaba por la montaña, Canela se encontró con un mago muy amable, que vivía en una cabaña de madera. El mago estaba haciendo una poción en una caldera gigante y parecía muy concentrado.
Canela se acercó a él para saludarlo y preguntarle qué estaba haciendo. El mago respondió: «Estoy haciendo una poción mágica que me permitirá volar». Canela quedó asombrada y le preguntó si era posible que ella también pudiera volar con su poción mágica. «Lo siento, pequeña conejita», respondió el mago, «esta poción solo puede ser utilizada por los magos».
La conejita se sintió un poco triste, pero el mago le dijo que tenía una solución, le mostraría un camino mágico que la llevaría a un lugar donde las conejitas podrían volar. Le dijo que el camino estaba lleno de peligros y le advirtió que no se desviara del camino.
Canela se sintió emocionada y comenzó su viaje hacia el lugar que el mago le había dicho. El camino estaba lleno de sorpresas y aventuras, al principio, fue muy fácil, pero mientras avanzaba, se encontró con caminos oscuros y peligrosos. Fue tentada a desviarse, pero recordó las palabras sabias del mago y siguió adelante.
Finalmente, llegó a un campo lleno de flores multicolores, y allí estaban unas conejitas que volaban, realmente volaban. Canela no podía creer lo que veía, y rápidamente se unió a ellas, saltó y saltó hasta que empezó a elevarse y volar, se sentía libre y feliz.
Mientras duraba su alegría y diversión, comenzó a darse cuenta que el sol estaba poniéndose y que debía regresar a su hogar, pero no sabía cómo volver. Fue entonces cuando escuchó una voz familiar que venía de la distancia. Era el mago que había venido a traerla de regreso a casa.
Canela regresó de vuelta a su hogar en la montaña, pero nada volvería a ser igual, habían quedado por toda su aventura muy viejos y queridos amigos, nuevos recuerdos y nuevas maneras de ver la vida. La conejita nunca iba a olvidar el día en que voló con sus nuevas amigas alrededor del campo de flores y todo gracias al mago de la montaña.