La Cenicienta

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La Cenicienta
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La Cenicienta. Érase una vez, en un pequeño reino muy, muy lejano, vivía una joven llamada Cenicienta. Cenicienta vivía con su madrastra y hermanastras, quienes eran muy crueles con ella. La obligaron a hacer todas las tareas del hogar y la trataron como a una sirvienta. A pesar de esto, Cenicienta se mantuvo amable y gentil, siempre haciendo todo lo posible para sacar lo mejor de su situación.

Un día, el palacio real anunció que se iba a celebrar un gran baile y que todas las jóvenes damas elegibles del reino estaban invitadas a asistir. La madrastra y las hermanastras de Cenicienta estaban encantadas con la noticia y pasaron horas preparándose para el baile. A Cenicienta, sin embargo, no se le permitió ir.

A medida que se acercaba el día del baile, Cenicienta se sentó en su habitación, mirando con nostalgia por la ventana. Sabía que nunca podría asistir al baile y que estaría sola mientras todos los demás pasaban el mejor momento de sus vidas.

En ese momento, el hada madrina de Cenicienta apareció ante ella. «No te desesperes, mi querida Cenicienta», dijo. «Te ayudaré a ir al baile». Con un movimiento de su varita, el hada madrina transformó una calabaza en un hermoso carruaje y ratones en caballos. Luego convirtió los harapos de Cenicienta en un impresionante vestido de fiesta, completo con zapatillas de cristal.

«Pero, ¿cómo volveré a casa al dar las doce?» preguntó Cenicienta.

«No te preocupes por eso», respondió el hada madrina con un guiño. «Solo asegúrate de dejar el baile antes de que el reloj dé las doce».

Cenicienta llegó al baile e inmediatamente el príncipe la cautivó, quien quedó encantado con su belleza y gracia. Bailaron y rieron juntas, y Cenicienta se olvidó por completo de la hora. Pero cuando el reloj marcó la medianoche, recordó la advertencia del hada madrina y salió corriendo del baile. En su prisa, dejó una de sus zapatillas de cristal en los escalones del palacio.

El príncipe buscó por todo el reino al dueño del zapato de cristal, probándolo en el pie de cada mujer joven que conoció. Finalmente, llegó a la casa de Cenicienta, y cuando la zapatilla calzó perfectamente en su pie, supo que ella era la que había estado buscando.

Y así, Cenicienta y el príncipe se casaron en una gran ceremonia y vivieron felices para siempre.

Y colorín colorado este cuento se ha acabado.
La Cenicienta
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