La carrera de los unicornios alados. Érase una vez, en un reino maravilloso, se llevaba a cabo cada año, una carrera muy especial. La carrera de los unicornios alados, una competencia en la que estos seres mágicos mostraban sus habilidades y destrezas en el aire, mientras eran observados por todos los habitantes del reino.
La carrera era una tradición muy antigua, que se remontaba a tiempos remotos, cuando los dioses habían puesto a prueba la fortaleza y la astucia de estas criaturas. Desde entonces, los unicornios se habían convertido en leyendas vivientes, hermosos y majestuosos, capaces de volar por los cielos como si fueran pájaros.
Este año, la carrera tendría lugar en la pradera de los ciervos, un lugar encantador donde se reunían los animales más bellos y exóticos del reino. Desde las cuentas mariposas, hasta las grandes jirafas, todos estaban emocionados por presenciar el espectáculo mágico de los unicornios.
Los competidores se habían preparado muy bien para la carrera, cada uno de ellos tenía una razón poderosa para ganar. El unicornio dorado, por ejemplo, había prometido rescatar a una de sus compañeras, quien había sido capturada por un grupo de malhechores. El unicornio negro, por su parte, quería demostrar que era el más rápido y fuerte de todos, y así impresionar a sus amigos y familiares.
La competencia se inició con un gran estruendo, los unicornios alados se prepararon para el despegue, mientras que el público entusiasta aplaudía y vitoreaba. El sol radiante iluminaba el cielo, y los competidores se lanzaron al aire, esparciendo un polvo de hadas a su alrededor.
La carrera había comenzado, y los unicornios se desplazaban por el aire con destreza y elegancia, evitando los obstáculos y esquivando a sus competidores con un facilidad sorprendente.
El público no podía contener su emoción, mientras observaba cómo los unicornios volaban a través de los aros, y daban vueltas y giros increíbles. Comenzaron a hacer apuestas, y a gritar el nombre de sus favoritos, creando un ambiente de fiesta y camaradería.
Sin embargo, la carrera no era un paseo en el parque, había peligros en el camino que los unicornios debían enfrentar. Un dragón poderoso, había decidido interrumpir la carrera, y se encontraba bloqueando el camino hacia la línea de meta. Los unicornios debían actuar rápido si querían salvar la carrera, y así lo hicieron.
Los unicornios alados, no se dieron por vencidos, y con sus poderosos cuernos y alas, comenzaron a atacar al dragón, haciendo que este retrocediera. A pesar de las llamas y los gritos, los unicornios utilizaron toda su astucia y habilidades mágicas, logrando hacer retroceder al dragón y salvar la carrera.
Pero el peligro no había terminado todavía, más tormentas y obstáculos se presentaron, y los unicornios tuvieron que sortear cada uno de ellos con valentía y fuerza. En la recta final, la competencia se intensificó, el unicornio dorado había tomado la delantera, pero el unicornio negro estaba cerca detrás.
En un último esfuerzo, ambos unicornios dieron el máximo de sus habilidades y destrezas, mientras se acercaban a la línea de meta. El público estaba en silencio, viendo cómo los dos unicornios avanzaban, la tensión crecía a medida que llegaban más y más cerca.
Pero al final, fue el unicornio dorado quien tomó la delantera, cruzando la línea de meta con una fracción de segundo de diferencia. El público se volvió loco de alegría, aplaudiendo y gritando de emoción, mientras que el unicornio dorado recibía su merecido premio.
Este premio era muy especial, una varita mágica de oro, que le otorgaba el derecho a pedir un deseo al Dios del bosque. Todos los unicornios alados lo sabían, sin embargo, nunca antes un unicornio alado había ganado la carrera y había pedido el deseo.
Se hizo un gran silencio, y el unicornio dorado sostuvo firmemente la varita mágica en sus manos, antes de cerrar los ojos y hacer su petición. Todos los presentes estaban expectantes, pensando en lo que el unicornio podría pedir.
El unicornio dorado suspiró profundamente y pronunció sus palabras: «Mi deseo es que todos los seres mágicos del reino, incluyendo a los humanos, aprendan a respetarse mutuamente y vivan juntos en paz y armonía».
Hubo un momento de incredulidad, y luego un grito de asombro y alegría, mientras que la varita mágica brillaba intensamente en las manos del unicornio dorado. De repente, se produjo un gran flash de luz, y el cielo se iluminó con un arco iris espectacular.
Los unicornios alados volaron en círculos alrededor del unicornio dorado, y los animales del reino empezaron a danzar en la pradera, mientras los humanos se abrazaban y sonreían entre sí.
La petición del unicornio dorado había sido concedida, y la armonía ahora reinaba en el reino. De repente, una canción maravillosa se oyó por todo el lugar, acompañada por el sonido de campanillas.
Era la música de los dioses, quienes celebraban la victoria del unicornio dorado y su sabia elección. La carrera de los unicornios alados se convirtió en una leyenda, y todas las criaturas del reino aprendieron una gran lección: que la verdadera victoria nunca es individual, sino que es un triunfo de toda la comunidad.