La búsqueda del unicornio invisible en el bosque. Érase una vez en un hermoso bosque verde, lleno de árboles altos y frondosos, vivía un grupo de criaturas mágicas. Entre ellas había una niña, llamada Mila, quien siempre estaba ansiosa por explorar y descubrir los misterios del bosque. Un día, mientras caminaba y jugaba, escuchó un rumor que la llenó de curiosidad. Se decía que en lo más profundo del bosque, vivía un unicornio invisible que solo los seres más puros y valientes podrían encontrar. La niña no pudo resistirse a la idea de encontrar al unicornio, así que decidió emprender una búsqueda.
Mila inició su viaje adentrándose en el bosque, sin saber a dónde ir exactamente. Mientras caminaba, se topó con un animal extraño, una pequeña ardilla que le dio una pista:
– «La clave para encontrar al unicornio es buscar el arcoíris, el camino hacia él está lleno de obstáculos, pero si sigues adelante con valentía y determinación, lo encontrarás.»
Mila agradeció a la ardilla por la pista y continuó su camino. Pronto encontró un camino marcado por un hermoso arcoíris, colorido y brillante, que la guió hacia el centro del bosque. A medida que avanzaba, Mila se encontraba con algunos obstáculos, como grandes rocas y ríos que debía atravesar, pero siguió avanzando sin detenerse.
Finalmente, llegó a lo más profundo del bosque, donde encontró una pequeña cueva. La cueva estaba oscura y fría, pero Mila no tenía miedo, así que decidió entrar. Al principio, solo podía ver la oscuridad, pero de repente, una luz brillante apareció y todo a su alrededor se iluminó como si fuera de día. Era el unicornio invisible.
El unicornio era majestuoso, hermoso, de un blanco inmaculado, con un cuerno dorado que brillaba bajo la luz de la luna. Pero, lo más sorprendente era que Mila podía verlo a pesar de que era invisible para todos los demás.
– «¿Por qué estás aquí?» – preguntó Mila, estaba asombrada.
– «He venido como un regalo para ti por haber sido valiente y enfrentar todos los obstáculos de mi búsqueda» – respondió el unicornio invisible.
Mila estaba emocionada y agradecida, así que le preguntó al unicornio qué podía hacer para agradecerle. El unicornio respondió que lo único que quería era que Mila recuerde siempre la magia de su búsqueda, pero para hacer esto, ella debía encontrar algo especial que pudiera llevar consigo. Con esto, el unicornio pasó su cuerno dorado sobre el hombro de Mila, dejando un rastro de polvo dorado detrás.
Cuando Mila miró hacia abajo, vio que una pequeña flor había crecido donde el polvo dorado había caído. La flor, de un color rojo intenso, era hermosa, pero más importante aún, Mila sabía que era especial, un recuerdo de su búsqueda. La tomó y la guardó en su bolsillo, agradecida por la oportunidad de haber encontrado al unicornio invisible.
Mila regresó a casa, feliz y emocionada por su aventura, y así como la ardilla y el unicornio lo habían prometido, nunca olvidó la magia de su búsqueda y regaló a su flor un lugar de honor en su habitación.
Desde entonces, cada vez que visitaba el bosque, Mila se detenía en la cueva donde había encontrado al unicornio para recordar la aventura que había vivido. La cueva, para su sorpresa, ya no estaba oscura y fría, sino que estaba llena de luz y color. Al pasar su mano sobre la pared, Mila sintió un cálido zumbido, y de repente, la pared se abrió para revelar un jardín secreto que estaba detrás de ella. El jardín estaba lleno de criaturas mágicas y plantas exóticas. Mila estaba feliz de haber encontrado este lugar mágico y prometió volver a visitarlo siempre.
Desde entonces, Mila fue conocida como la exploradora del bosque y siempre buscaba nuevas aventuras. Siempre llevaba consigo la flor roja que se había encontrado en su búsqueda del unicornio invisible, porque le recordaba siempre la magia y la belleza del bosque mágico en el que vivía y al que amaba tanto.
