La bruja y la fuente de la juventud

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La bruja y la fuente de la juventud
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La bruja y la fuente de la juventud. Érase una vez una bruja llamada Morgana que vivía en un pequeño pueblo ubicado en el sur de España. Morgana, a pesar de llevar una vida solitaria, era temida por los habitantes del pueblo debido a su habilidad para hacer conjuros y maleficios.

Años atrás, Morgana había descubierto la fuente de la juventud, pero de alguna manera, había perdido el ingrediente clave para mantenerla funcionando. Sabía que necesitaba una flor muy rara para poder recuperar la juventud eterna que tanto anhelaba.

Cansada de buscar por su cuenta, decidió enviar por todo el pueblo la noticia: ella recompensaría al que le trajera la flor. Los aldeanos, en un principio, se negaron a ayudarla, pero después de pensar en la recompensa que podrían obtener, aceptaron el reto.

Así que comenzaron a explorar los campos y bosques de los alrededores, sin embargo, la flor seguía siendo insensible a las miradas de los mujeres y hombres.

Con el paso de los días, la desesperación comenzó a apoderarse de Morgana, aún así, decidió no perder la esperanza. Pero una noche, justo después de que Morgana se durmiera, una figura se presentó en su puerta.

Cuando la bruja lo vio, su corazón empezó a latir con fuerza, pensando que podría ser alguno de los habitantes que se había molestado con ella. Pero cuando el hombre se presentó, se sorprendió al ver que era un anciano con un ramo de flores en las manos.

Morgana levantó una de sus cejas, preguntándose quién podía ser el anciano y qué quería de ella. Pero entonces, se sorprendió al escuchar las palabras del hombre:

-He venido en busca de la recompensa que prometiste – dijo él.

La bruja levantó las cejas aún más, como si tratara de entender lo que el hombre quería decirle. Pero cuando se fijó mejor en su cara, se dio cuenta de que se trataba de uno de los ancianos del pueblo.

Perpleja, Morgana decidió preguntarle qué flor había traído y éste le mostró una diminuta flor de color rosa.

Morgana no podía creer lo que veía. Había buscado esa flor durante tantos días y ahora la tenía justo al frente de ella.

-Sí, ésta es la flor que necesito para recuperar mi juventud – dijo Morgana sintiendo las esperanzas renacer en su interior.

-¿Y cuál es la recompensa que prometiste? – preguntó el anciano.

Morgana, tras estar tan feliz de tener en sus manos la flor de la juventud, se sintió demasiado generosa. Había pasado tanto tiempo sin sentir esa emoción que decidió darle la recompensa del anciano sin pensarlo dos veces.

Desde entonces, Morgana comenzó a preparar la poción que utilizará para recuperar su juventud, siguiendo un ritual que ella misma conocía. Una vez que completó todo el procedimiento, bebió de la poción y espera a que la juventud volviera a ella.

Pero nada sucedió.

Morgana creyó que la flor que le habían entregado no era lo que realmente necesitaba, por lo que decidió salir a buscar otra que cumpliera con las mismas características que la otra.

Caminó por los campos y bosques una vez más, pero veía que la flor no aparecía por ninguna parte. Estaba cansada y triste, creyendo que ya no podría recuperar su juventud.

Pero entonces, en el momento en que menos lo esperaba, encontró a un niño jugando en los campos. Y luego, cuando lo vio, algo en ella le hizo sentir que el niño podría tener la respuesta a todas sus preguntas.

Morgana se acercó al niño y, con suavidad, le preguntó si había visto alguna flor por allí. El niño la miró con curiosidad, pero luego de unos momentos, decidió ayudar a la bruja.

-Te mostraré dónde se encuentra la flor -dijo el niño.

Ambos comenzaron la búsqueda, y después de unos minutos, encontraron la flor escondida detrás de un árbol.

Morgana no podía estar más emocionada, pero también se sintió profundamente agradecida con aquel pequeño ser que le ayudó a recuperar su juventud.

Morgana preparó la poción de inmediato y sintió cómo todo su cuerpo comenzaba a cambiar. Su piel se volvió suave y firme, sus arrugas desaparecieron y su cabello volvió a ser tan brillante como siempre lo había sido.

Pero Morgana sabía que no hubiera sido posible sin la ayuda del niño, por lo que decidió recompensarlo.

-Toma esto – dijo la bruja entregando al niño un pequeño frasco con un líquido amarillo – Éste es un elixir de suerte, te protegerá ante cualquier peligro que se presente en tu camino.

El niño tomó el frasco y lo miró con asombro, agradecido por la recompensa que había recibido.

-Con esto tu vida y la mía se unen de alguna manera – dijo Morgana sonriendo alegre.

Desde aquel día, Morgana dejó de ser vista como una bruja cruel para convertirse en una mujer generosa y respetada. Los habitantes del pueblo, que antes la temían, ahora la buscaban para pedirle remedios o consejos.

La fuente de la juventud de nueva cuenta dejó de preocupar a Morgana, pues ahora sabía que había algo mucho más importante que eso: la posibilidad de tener amigos y ayudar a los demás.

Y colorín colorado este cuento se ha acabado.
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