La bruja y el jardín de las flores mágicas

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La bruja y el jardín de las flores mágicas
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La bruja y el jardín de las flores mágicas. Érase una vez una bruja llamada Miriam, quien vivía en lo profundo del bosque. Miriam era una bruja amable, aunque un poco solitaria, y pasaba la mayoría de sus días cuidando de su jardín de flores mágicas.

Este jardín era especial, ya que cada flor que crecía en él tenía poderes únicos y mágicos. Había flores que podían curar enfermedades, flores que podían purificar el agua y flores que podían ayudar a las plantas a crecer más fuertes y sanas.

Miriam estaba dedicada a cuidar de este jardín, y nunca compartía sus secretos con nadie más. Nadie excepto su fiel amiga, una ardilla pelirroja llamada Ruby.

Una tarde, Miriam estaba trabajando en su jardín cuando notó algo inusual. Una de las flores había desaparecido.

Miriam se apresuró a buscar entre las otras flores, pero no había rastro de ella. Entonces recordó que la noche anterior había escuchado ruidos extraños provenientes del bosque cercano. ¿Sería posible que alguien hubiera entrado en su jardín y se hubiera llevado una de sus flores?

Preocupada, Miriam convocó a Ruby para discutir lo sucedido y buscar soluciones. Ruby sugirió que podrían elaborar un plan para descubrir quién había robado la flor. Miriam podía preparar una poción especial que les permitiría seguir el rastro del ladrón.

Miriam se puso manos a la obra, y después de mezclar una variedad de ingredientes mágicos, creó una poción que olía a flores y a tierra fresca.

A la mañana siguiente, Miriam y Ruby comenzaron su búsqueda, utilizando la poción para rastrear al ladrón. Pronto, se dieron cuenta de que el rastro los llevaba más allá del bosque, hacia un claro soleado donde había un pequeño pueblo.

En el centro del pueblo, rodeada por un hermoso jardín, había una casa grande y hermosa. La poción se hizo más fuerte a medida que se acercaban a la casa, y Miriam se dio cuenta de que el ladrón tenía que ser alguien del pueblo.

Miriam y Ruby no querían acusar a nadie sin pruebas, así que decidieron esperar y observar. Se escondieron detrás de una roca y vieron cómo una mujer, vestida con un traje elegante, se acercaba al jardín.

La mujer tomó la flor robada de su bolso y comenzó a examinarla cuidadosamente. Miriam y Ruby se acercaron a ella, asombradas por lo que veían.

«¿Cómo conseguiste esa flor?» preguntó Miriam a la mujer.

La mujer se sobresaltó al ver a Miriam y Ruby. «Oh, lo siento», dijo. «No sabía que pertenecía a alguien más. La encontré en el bosque y pensé que sería un buen adorno para mi jardín».

Miriam la miró con desconfianza. «Esa flor es parte de mi jardín de flores mágicas. Está protegido por un hechizo que impide que alguien lo despoje de su contenido. ¿Cómo conseguiste entrar?»

La mujer se encogió de hombros. «En mi defensa, nunca imaginé que sería un jardín mágico. Solo pensé que era un jardín lindo. En cuanto a cómo entré, el hechizo no parecía tan fuerte».

Miriam estaba furiosa, pero decidió darle a la mujer el beneficio de la duda. «Muy bien», dijo. «Pero no debes tocar nada más del jardín. Está fuera de los límites para cualquiera que no sea yo».

La mujer asintió, un poco avergonzada. «Lo siento, de verdad. No sabía».

Miriam y Ruby regresaron a su jardín, aliviadas de haber resuelto el misterio, pero aún preocupadas de que su jardín no estuviera lo suficientemente protegido. Decidieron elaborar un hechizo más fuerte para proteger el jardín.

Juntas, trabajaron toda la noche, lanzando hechizos para rodear el jardín con una barrera mágica impenetrable. Solo alguien que conociera la combinación correcta de magia y palabras podría entrar en el jardín de las flores mágicas.

Una vez que terminaron el hechizo, Miriam y Ruby se sentaron a descansar junto al jardín, mirando su obra con cariño. Habían creado un lugar especial, lleno de amor y magia, y estaban decididas a protegerlo con su vida.

El jardín de las flores mágicas floreció durante muchos años más, trayendo alegría y curación a todos aquellos que lo visitaban. Miriam encontró aún más amistades y muchas ardillas, conejos y aves comenzaron a visitarla.

Pero nunca más una flor fue robada del jardín, ya que el hechizo que Miriam y Ruby crearon era uno de los más poderosos que jamás se hubieran echado.

Y así, la bruja y el jardín de las flores mágicas permanecieron indestructibles, un lugar de infinita belleza y bondad. Todos los que lo visitaron se fueron con una sensación de asombro y gratitud, sabiendo que habían sido testigos de algo realmente mágico.

Y colorín colorado este cuento se ha acabado.
La bruja y el jardín de las flores mágicas
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