La ardilla y la nuez

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La ardilla y la nuez
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La ardilla y la nuez. Érase una vez una pequeña ardilla llamada Nina que vivía en el bosque rodeada de grandes y frondosos árboles. Nina era una ardilla muy amistosa, siempre estaba dispuesta a ayudar y compartir con sus amigos del bosque.

Una tarde de otoño, mientras buscaba comida entre las hojas secas y ramitas, encontró una enorme nuez en el suelo. Nina estaba tan contenta que saltaba y bailaba alrededor de la nuez. Pero de repente, se encontró frente a frente con su amigo el ratón, quien también andaba buscando alimento para el invierno y al ver la nuez que tenía Nina, el ratón sintió envidia y celos.

-Nina, ¿dónde conseguiste esa gran nuez?- preguntó el ratón con una cara triste.

-La encontré justo aquí en el suelo, junto a estas hojas-respondió Nina.

El ratón comenzó a sentir mucha envidia y pensó que él también debería tener una nuez tan grande. Pero en lugar de alegrarse por su amiga, se alejó frustrado y enojado. Nina, por su parte, no entendió porqué su amigo estaba así y se sintió un poco triste también.

Los días pasaron y la actitud del ratón seguía siendo la misma; se enojaba cada vez que veía a Nina con su nuez y no quería jugar con ella. Nina trataba de entender nuevas formas para hacer que el ratón dejara de sentir celos, pero no encontraba nada que le ayudara.

Un día, mientras jugaba en los árboles, Nina escuchó unos gemidos. Al mirar hacia el suelo, vio a una pequeña ardilla que había caído de una rama alta y se había lastimado una pata.

Nina no lo pensó dos veces, corrió a ayudarla y la acercó hasta su hogar. Allí, cuidó a su nueva amiga y le dio de comer y beber, ayudándola a recuperarse de la herida.

Para su sorpresa, al día siguiente, la ardilla recuperada trajo consigo unas hermosas bellotas que había recogido en su camino, para compartirlas con Nina como muestra de su agradecimiento.

Nina estaba muy feliz y agradecida con su nueva amiga, y las dos compartieron las bellotas en una tarde de risas y juegos.

Cuando el ratón vio a Nina con su nueva amiga, se acercó a ellas para curiosear. Al ver las bellotas, se dio cuenta que se estaban divirtiendo mucho juntas y que Nina estaba compartiendo su comida con su amiga, sin pensar en lo mucho que valía.

Fue ahí, cuando el ratón se dio cuenta lo egoísta y celoso que había sido con su amiga y se acercó a Nina para disculparse. Al ver cómo había ayudado a su nueva amiga en su hora de necesidad, el ratón aprendió que la verdadera amistad es valiosa y que debía dar un paso atrás en su egoísmo.

La ardilla y el ratón se reconciliaron y comenzaron a compartir sus nueces y bellotas en el bosque, incluso hablando con los demás animales sobre lo importante que es ser buenos amigos.

Nina había aprendido que la empatía y la amistad son herramientas fundamentales en la vida, y esa había sido la mejor cosecha que había conseguido ese otoño. Descubrió además, que al compartir y ayudar a los demás, todos podemos ser amigos felices y la vida es mucho mejor.

Así que ya lo sabes, pequeño amigo, ayuda a los demás y comparte todo lo que tengas; aprenderás que la amistad es el mejor tesoro que puedes tener y no hay nada más valioso que un amigo que esté allí contigo en las buenas y en las malas.

Y colorín colorado este cuento se ha acabado.
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