El valor de la justicia racial. Érase una vez un reino muy lejano donde vivían muchos animales de diferentes especies. Entre ellos, había loros, pingüinos, osos, tigres, elefantes y muchos más. Todos ellos eran diferentes, tenían colores y formas características que los hacían únicos y especiales.
Un día, uno de los animales sufrió una gran injusticia que hizo temblar a todos los habitantes del reino. Era el loro Rafa, quien siempre había sido muy alegre y hablador. Un grupo de animales, liderados por un león muy poderoso, lo había dejado fuera de sus reuniones y se burlaban de él por ser diferente.
A Rafa le resultaba muy difícil entender por qué no podía estar con sus amigos solo por tener un plumaje diferente. Era una cuestión que a diferencia de ellos, no podía cambiar. Él no entendía cómo esa actitud desleal, poco respetuosa y discriminatoria podía suceder en una comunidad tan diversa.
Al mismo tiempo, en el otro extremo del reino, en una aldea habitada por pingüinos, se vivía una situación muy similar. Una pingüina joven, de nombre Noa, tenía la habilidad de nadar muy rápido y una gran destreza en el hielo. A pesar de esto, sus compañeros de la aldea se burlaban de ella por ser mujer. La mayoría de ellos creían que las hembras eran débiles y no podrían ser tan hábiles como los machos. Noa, al igual que Rafa, no podía cambiar su género pero se negaba a permitir que los prejuicios la limiten.
Ambos animales se encontraron en el centro del reino, frustrados y tristes por la situación que estaban viviendo. Fue entonces cuando percibieron que estaba mal y no se sentían cómodos con la actitud de los demás. Comenzaron a conversar y llegaron a la conclusión de que no podían seguir así. Debían tomar medidas y hacer algo para acabar con la injusticia racial y de género.
Juntos, unieron fuerzas para encontrar una solución. Pretendían hablar con el león, líder del grupo de animales que no les aceptaba, pero antes buscaron apoyo en otros animales amigos. Se acercaron a una jirafa y un camello, quienes escucharon su historia y se solidarizaron con ellos. A continuación, buscaron la ayuda del elefante, el animal más sabio y respetado en el reino, y le contaron lo que estaba sucediendo.
Después de escuchar la historia, el elefante decidió convocar a todos los animales. Convocó una reunión en la plaza central del reino y todos los animales acudieron al encuentro. Los pingüinos, los loros y los demás animales se unieron para escucharse y aprender del otro.
El elefante comenzó la conversación pidiendo a los animales que se miraran los unos a los otros, que observaran sus colores, su estructura y sus habilidades y notaran que cada uno era un ser vivo único en el que debían encontrar equidad y amor.
Rafa y Noa tomaron la palabra y hablaron sobre lo que habían pasado. El león también habló y se disculpó por haber segregado a algunos animales. Dijo que se había sentido amenazado por la diversidad y que esa no era la forma correcta de manejar las cosas. A partir de ese momento se comprometió a aceptar a todos los animales, independientemente de su color, forma, género o habilidades.
Los animales aplaudieron la decisión del león y se sintieron muy felices por el resultado de la reunión. A partir de ese día, el reino se convirtió en un lugar de inclusión y respeto. Todos los animales eran iguales y podían ser amigos, sin ninguna barrera artificial obstructiva.
Rafa y Noa se sintieron muy felices de haber conseguido el cambio que querían ver. Y gracias a su valentía y esfuerzo, el reino se transformó en un lugar de tolerancia y amor. La diversidad se convirtió en fuente de riqueza y de creatividad para todos los animales que, de esa forma felizmente convivían.
Y así, Rafa y Noa construyeron un mundo mejor, lo hicieron por ellos y por todos los animales. Mostrando con su ejemplo que la justicia racial, de género, social y cultural son valores fundamentales que todos debemos defender en nuestras vidas.
